Cómo desactivar Windows Defender en Windows 11 de forma segura

Última actualización: diciembre 1, 2025
Autor: Isaac
  • Windows Defender ofrece una protección sólida y gratuita integrada en Windows 11, con bajo impacto en el rendimiento y actualizaciones constantes.
  • Es posible desactivar temporal o permanentemente Microsoft Defender desde la configuración, las directivas de grupo, el Registro o con herramientas de terceros.
  • Las exclusiones permiten evitar conflictos puntuales sin apagar todo el antivirus, manteniendo una capa de seguridad activa en el sistema.
  • Antes de deshabilitar Defender por completo conviene tener instalado otro antivirus fiable o mover el equipo a un entorno muy controlado.

Configuración de Windows Defender en Windows 11

Si usas Windows 11 es muy probable que ya estés protegido por Microsoft Defender, el antivirus integrado en el sistema. Funciona solo, se actualiza en segundo plano y, en general, no suele dar problemas. Sin embargo, hay situaciones en las que puede interesarte desactivarlo temporalmente o incluso deshabilitarlo por completo, ya sea porque estás instalando otro antivirus, porque te bloquea un programa que sabes que es seguro o porque necesitas exprimir al máximo el rendimiento del equipo.

Antes de meternos en harina, conviene tener claro que Windows Defender ofrece hoy en día una protección muy sólida y que desactivarlo deja tu ordenador expuesto si no tienes un sustituto a la altura. Aun así, hay varios métodos para apagarlo parcialmente o de forma casi permanente: desde la propia configuración de Windows, usando el Editor de directivas de grupo, modificando el Registro o recurriendo a una herramienta de terceros. Vamos a verlos todos con calma y con muchos detalles.

Qué es exactamente Windows Defender y por qué se ejecuta siempre

Microsoft Defender (antes llamado Windows Defender) es la suite de seguridad que viene de serie en Windows 11 y versiones anteriores. Incluye un motor antivirus, protección en tiempo real, control de aplicaciones potencialmente peligrosas, firewall integrado y funciones específicas contra amenazas como el ransomware o el phishing.

A nivel de protección pura, los laboratorios de seguridad llevan años situando a Defender a la altura de soluciones de pago como Kaspersky, Bitdefender o McAfee. No tiene algunos extras avanzados (bóvedas seguras para archivos confidenciales, gestores de contraseñas, VPN, etc.), pero para un usuario estándar suele ser más que suficiente.

Además de las funciones antimalware, Defender se integra con el Firewall de Windows para controlar conexiones entrantes y salientes, bloquear accesos no autorizados y proteger tanto el equipo como la red doméstica. Es una capa de seguridad básica que Microsoft activa por defecto precisamente para que ningún usuario se quede sin protección.

Un punto especialmente interesante es su defensa frente a ransomware y modificaciones masivas de archivos. El sistema es capaz de detectar cuando un proceso empieza a cifrar o alterar muchos documentos a la vez y puede detenerlo de inmediato, reduciendo el riesgo de perder datos del disco duro o de las carpetas críticas del usuario.

Por todo esto, el sistema operativo mantiene Defender siempre encendido en segundo plano. Si lo desactivas, Windows suele mostrar avisos insistentes indicando que el dispositivo está en riesgo y animando a reactivar la protección o a instalar otra herramienta antimalware.

Opciones de seguridad de Windows 11

Principales características y ventajas de Windows Defender

Uno de los grandes puntos fuertes de esta solución es que es completamente gratuita para cualquier usuario de Windows 10 y Windows 11. No hay suscripciones ocultas ni versiones “premium” que desbloqueen funciones: todo lo que ofrece viene incluido con el propio sistema operativo.

Otra ventaja clara es que viene instalado y activado por defecto. No tienes que descargar nada, ni elegir entre diez programas diferentes ni preocuparte de renovaciones. Simplemente está ahí desde el primer arranque del PC, y basta con dejarlo activo para que empiece a protegerte.

En cuanto a capacidad de defensa, ofrece una protección muy alta frente a virus, troyanos, spyware, ransomware y otro tipo de malware. Su base de firmas y de inteligencia en la nube se actualiza constantemente a través de Windows Update, lo que le permite reaccionar rápido ante amenazas nuevas.

Otro punto importante es que suele tener un impacto bastante bajo en el rendimiento. Muchos antivirus de terceros son conocidos por ralentizar equipos, sobre todo de gama baja, al ejecutar análisis pesados o instalar módulos adicionales. Defender, en cambio, está bastante optimizado para funcionar en segundo plano sin que notes demasiado su presencia.

Por último, cuenta con el respaldo directo de Microsoft. Esto implica un desarrollo continuo, parches de seguridad frecuentes y una integración muy pulida con el resto del sistema. No dependes de una empresa externa que pueda abandonar un producto o cambiar su modelo de negocio de la noche a la mañana.

Cómo trabaja Windows Defender para proteger tu equipo

La primera línea de defensa es la protección en tiempo real. Defender analiza los archivos y procesos que se abren, descargan o ejecutan, y si detecta algo sospechoso lo bloquea o lo envía a cuarentena. Todo esto ocurre mientras usas el PC, sin tener que lanzar análisis manuales continuamente.

Además, el antivirus se actualiza de forma automática mediante Windows Update. Estas actualizaciones incluyen nuevas firmas de malware, mejoras del motor de detección y ajustes de seguridad. En la práctica, mientras mantengas el sistema al día, tienes siempre la última versión del antivirus sin tener que estar pendiente.

Si quieres ir más allá del modo automático, puedes lanzar un análisis rápido, completo o personalizado. El rápido revisa las zonas críticas del sistema en pocos minutos; el completo examina todos los archivos y unidades; y el personalizado permite escoger carpetas concretas o discos externos que quieras revisar con lupa.

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Cuando detecta algo peligroso, el sistema mueve el archivo a cuarentena. Desde ahí puedes decidir si lo eliminas definitivamente o lo restauras en caso de falso positivo. Este enfoque reduce el riesgo de que se borren cosas importantes sin tu permiso, aunque en ocasiones Defender sí puede actuar de forma más automática y menos explicativa.

También ofrece protección en el arranque del sistema, revisando procesos y archivos antes de que Windows termine de iniciarse. Esto ayuda a frenar malware que intenta cargarse muy pronto, como rootkits. Y, en el día a día, incorpora defensa frente a sitios web maliciosos y descargas peligrosas, especialmente integrada con el navegador Microsoft Edge.

Ventajas y desventajas de seguir usando Windows Defender

Más allá de ser gratis y venir preinstalado, Windows Defender suele ofrecer una calidad de protección por encima de la media en tests independientes. Para la mayoría de usuarios domésticos, sin necesidades muy especiales, es una opción más que validada.

También destaca por su bajo consumo de recursos y su buena integración con Windows. No instala barras de herramientas, ni módulos innecesarios, ni introduce cambios agresivos en el sistema. Funciona como un componente más del sistema operativo, lo que suele traducirse en menos conflictos.

En cuanto a la experiencia de uso, ofrece protección en tiempo real constante sin que tengas que hacer gran cosa. Si visitas una web peligrosa, descargas un archivo raro o conectas un USB sospechoso, el sistema te puede avisar y bloquear la amenaza en cuestión de segundos.

Ahora bien, no todo es perfecto. Una de las principales pegas es que no siempre comunica sus acciones con claridad. A veces bloquea o elimina un archivo sin dar demasios detalles al usuario medio, lo que deja una sensación de falta de control sobre lo que está pasando.

Además, su panel de estadísticas y reportes es bastante básico. No ofrece gráficos avanzados, históricos detallados o informes muy visuales sobre las amenazas detectadas, algo que sí tienen algunos paquetes de seguridad comerciales.

Otra limitación es que no destaca especialmente detectando software no deseado (adware, barras de herramientas, instaladores con publicidad camuflada, etc.). Hace un buen trabajo con malware clásico, pero algunos programas molestos pueden colarse o no bloquearse con la misma eficacia.

En entornos con varios ordenadores, la gestión centralizada es muy limitada para el usuario doméstico. Cada equipo se configura de manera individual, y no hay un panel unificado sencillo para verlo todo, salvo en entornos empresariales con herramientas específicas de Microsoft.

Por último, no incluye un soporte técnico en vivo dedicado al antivirus. Si tienes un problema peculiar o un error extraño, básicamente dependes del soporte general de Windows, la documentación oficial o los foros de la comunidad.

Cuándo tiene sentido desactivar Windows Defender

Por defecto, Microsoft Defender viene activado y no se puede desinstalar por completo de manera sencilla. Windows está diseñado para que siempre haya al menos una capa básica de protección. Sin embargo, hay varias situaciones en las que puede interesarte desactivarlo, al menos de forma parcial o temporal.

Un caso muy habitual son los falsos positivos. Estás intentando instalar un programa legítimo, compilar código propio o ejecutar una herramienta poco conocida y Defender decide que es sospechosa, bloquea la descarga o impide su ejecución. Si tienes la certeza de que el archivo es seguro, quizá necesites apagar momentáneamente la protección para poder seguir.

Otra situación típica es cuando quieres usar otro antivirus como solución principal. Aunque Windows suele detectar muchos de estos productos y habilitar automáticamente un modo de convivencia (o desactivar determinadas partes de Defender), no siempre lo hace bien. En esos casos puede haber conflictos, duplicidad de funciones y pérdida de rendimiento, y conviene deshabilitarlo manualmente.

También puede que tengas un equipo muy limitado de recursos o un PC que no se conecta a Internet, que utilizas solo para tareas muy concretas (por ejemplo, reproducir contenido local, escribir o trabajar con archivos offline controlados). En ese escenario, y sabiendo lo que haces, puede que prefieras prescindir del antivirus para ahorrar consumo.

En contextos de pruebas, como máquinas virtuales o entornos de laboratorio, algunos usuarios optan por apagar Defender para evitar interferencias al hacer test de aplicaciones, scripts o incluso malware controlado. Eso sí, conviene aislar muy bien esas máquinas del sistema principal.

Por otro lado, si sueles navegar por webs de dudosa reputación, usar P2P intensivamente o descargar mucho software “raro”, puede que Defender se te quede corto en funciones avanzadas específicas para estos escenarios. Ahí quizá te interese pasar a una solución de terceros con más controles, filtros y módulos especializados en esas tareas.

Desactivar Microsoft Defender desde la configuración de Windows 11

La forma más sencilla de frenar al antivirus es desactivando la protección en tiempo real desde la app de Seguridad de Windows. Este método no elimina Defender para siempre, pero sí te permite que deje de bloquear descargas o instalaciones mientras realizas una tarea concreta.

Para hacerlo, abre Configuración de Windows (tecla Windows + I) y entra en el apartado «Privacidad y seguridad», que verás en la columna de la izquierda. Dentro de esa sección, haz clic en «Seguridad de Windows» para acceder a las opciones principales.

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En la nueva ventana, verás un resumen del estado de las protecciones activas. Pulsa en el botón «Abrir Seguridad de Windows» para abrir la consola específica de la suite de seguridad.

Una vez dentro, selecciona la sección «Protección antivirus y contra amenazas». Aparecerá información sobre los últimos análisis realizados, opciones para lanzar nuevos escaneos y varias configuraciones.

Busca el enlace «Administrar la configuración» dentro del bloque «Configuración de antivirus y protección contra amenazas». Al pulsarlo, accederás a una página donde verás varios interruptores: protección en tiempo real, protección basada en la nube, envío automático de muestras y protección contra alteraciones, entre otros.

Para desactivar el antivirus de forma inmediata, desactiva el conmutador de Protección en tiempo real. También puedes desactivar la protección en la nube si lo necesitas, aunque no es obligatorio. Ten en cuenta que este cambio es básicamente temporal: Windows suele intentar volver a activar esta protección pasado un tiempo o tras un reinicio.

Cómo deshabilitar por completo el antivirus con las directivas de grupo

Si quieres ir un paso más allá y desactivar Defender de manera mucho más permanente, puedes usar el Editor de directivas de grupo (solo disponible en ediciones Pro, Enterprise y Education, no en Home). Antes de nada, asegúrate de haber apagado la «Protección contra alteraciones» desde la configuración del antivirus, porque si no, algunos cambios no surtirán efecto.

Cuando la protección contra alteraciones esté desactivada, pulsa Windows + R para abrir la ventana «Ejecutar» y escribe gpedit.msc. Se abrirá el Editor de directivas de grupo local, donde se pueden cambiar muchas configuraciones avanzadas del sistema.

En el panel de la izquierda, navega por la ruta Configuración del equipo > Plantillas administrativas > Componentes de Windows > Antivirus de Microsoft Defender. Dentro de este último apartado verás varias políticas relacionadas con el comportamiento del antivirus.

Localiza la directiva llamada «Desactivar Antivirus de Microsoft Defender». Haz doble clic sobre ella para abrir sus propiedades. En la ventana que aparece, marca la opción «Habilitada» y después pulsa en «Aplicar» y «Aceptar» para guardar los cambios.

Tras hacer esto, reinicia el ordenador para que la directiva se aplique correctamente. Cuando Windows vuelva a arrancar, el antivirus de Microsoft quedará efectivamente deshabilitado. Si en algún momento quieres recuperarlo, solo tienes que volver a esa misma política y dejarla en «No configurada» o «Deshabilitada» y reiniciar de nuevo.

Desactivar Defender desde el Registro de Windows (válido para todos)

Otra forma de deshabilitar Microsoft Defender, compatible incluso con ediciones Home, es modificar directamente el Registro de Windows. Es un método potente pero delicado, así que conviene hacerlo con calma y, si es posible, con una copia de seguridad previa.

Lo primero es abrir la ventana «Ejecutar» con Windows + R y escribir regedit. Pulsa «Aceptar» para abrir el Editor del Registro. Antes de tocar nada, es muy recomendable ir a «Archivo > Exportar» y guardar una copia del registro en un lugar seguro, por si tienes que restaurarlo.

En el panel izquierdo, navega hasta la ruta HKEY_LOCAL_MACHINE\SOFTWARE\Policies\Microsoft\Windows Defender. Es posible que, dentro de «Windows Defender», veas una subcarpeta con nombre relacionado con “Administrador de políticas” o similar; en este caso, mantén seleccionada la clave principal «Windows Defender», no la subcarpeta.

En el panel derecho deberías ver un valor llamado DisableAntiSpyware. Si ya existe, perfecto; si no está, tendrás que crearlo. Para ello, haz clic derecho en una zona vacía del panel derecho, selecciona «Nuevo > Valor de DWORD (32 bits)» y cambia el nombre del nuevo valor a «DisableAntiSpyware» (sin comillas, respetando mayúsculas y minúsculas tal cual).

A continuación, haz doble clic sobre DisableAntiSpyware o pulsa con el botón derecho y luego en “Modificar”. En «Datos de valor», escribe «1» y confirma con «Aceptar». Este ajuste indica al sistema que la política para desactivar Defender debe estar activa, y el antivirus dejará de funcionar al reiniciar.

Si en algún momento quieres revertir el cambio, basta con volver a esta misma clave y cambiar el valor a «0» (o borrar directamente la entrada DisableAntiSpyware). Tras hacerlo y reiniciar, Windows Defender volverá a estar operativo.

Existe un segundo enfoque más avanzado desde el Registro que implica tomar posesión de la clave principal de Windows Defender en HKEY_LOCAL_MACHINE\SOFTWARE\Microsoft\Windows Defender. Al ser originalmente propiedad de «SYSTEM», primero tendrías que cambiar el propietario desde «Permisos», y luego otorgar a tu usuario o grupo de administradores control total sobre esa clave y sus subclaves.

Una vez tengas ese control, puedes ajustar permisos y programar tareas en el Programador de tareas de Windows para deshabilitar tareas como el mantenimiento de caché, la limpieza o los análisis programados de Defender. Después es buena idea abrir el Símbolo del sistema como administrador y ejecutar gpupdate /force para forzar la actualización de las directivas.

Uso de herramientas de terceros: Ultimate Windows Tweaker

Si no te apetece pelearte con el Registro o con las directivas de grupo, tienes la opción de recurrir a herramientas de personalización como Ultimate Windows Tweaker. Es un programa diseñado para habilitar o deshabilitar funciones internas de Windows desde una interfaz más amigable.

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El proceso típico consiste en descargar la versión compatible con tu Windows 11 desde la web oficial, descomprimir el archivo en una carpeta y ejecutar la aplicación con permisos de administrador. Desde su menú verás distintas secciones para ajustar seguridad, privacidad, rendimiento, apariencia, etc.

Dentro del apartado «Security & Privacy» encontrarás una opción llamada «Disable Microsoft Defender». Al marcarla y aplicar los cambios con el botón «Apply Tweaks», el programa ajustará por ti las configuraciones necesarias para deshabilitar el antivirus.

Una vez apliques el cambio, debes reiniciar el ordenador para que el sistema se inicie ya sin Microsoft Defender activo. Eso sí, siempre que uses aplicaciones de terceros para tocar ajustes profundos, hazlo bajo tu responsabilidad y descarga solo desde fuentes confiables para reducir riesgos.

Desactivar solo lo necesario: exclusiones de archivos, carpetas y procesos

En muchos casos no necesitas apagar todo el antivirus, sino solo evitar que analice una carpeta concreta, un tipo de archivo o un proceso específico que sabes que es seguro. Para eso están las exclusiones de Microsoft Defender.

Desde la app Seguridad de Windows, en la sección «Protección antivirus y contra amenazas», puedes entrar en «Agregar o quitar exclusiones». Ahí podrás ir añadiendo elementos que quedarán fuera del análisis en tiempo real.

Tienes varias opciones: puedes excluir un archivo individual (ideal para un ejecutable que el antivirus marca como sospechoso), una carpeta entera (por ejemplo, el directorio de trabajo de un proyecto de desarrollo), un tipo de archivo completo (como .iso o .docx) o incluso un proceso, de forma que todos los archivos abiertos por ese proceso queden exentos de la protección en tiempo real.

Es importante tener en cuenta que estas exclusiones solo afectan al análisis en tiempo real. Los análisis manuales o programados, ya sea con Defender o con otros productos antimalware, pueden seguir examinando esos archivos a menos que también estén excluidos por su cuenta.

Si en algún momento quieres eliminar una exclusión, solo tienes que volver al mismo apartado, seleccionar el elemento y pulsar en “Quitar”. De esa forma, la protección se aplicará de nuevo a esos archivos, carpetas o procesos.

Cuándo Windows Defender puede quedarse corto y alternativas recomendadas

Aunque Microsoft Defender es muy competente, hay escenarios en los que puede no cubrir todas las necesidades. Por ejemplo, si haces muchas descargas desde fuentes dudosas, gestionas datos muy sensibles o necesitas funciones específicas como VPN integrada, control parental avanzado, protección de copias en la nube o gestión centralizada de varios dispositivos.

En esos casos puedes valorar instalar un antivirus alternativo. Entre las opciones gratuitas más conocidas y bien valoradas están Bitdefender Antivirus Free Edition, Kaspersky Security Cloud Free, Avast Free Antivirus, Malwarebytes (como complemento para limpiar adware y amenazas persistentes) o AVG AntiVirus Free.

Cada uno de estos programas ofrece características algo distintas: algunos se centran en una detección extremadamente precisa, otros en la ligereza del sistema, otros en ofrecer extras como gestores de contraseñas, escudo web muy agresivo o protección multiplataforma (PC y móvil).

En cualquier caso, lo importante es que no desactives Windows Defender y dejes el equipo totalmente desprotegido. Si vas a prescindir de la protección de Microsoft porque no te convence o porque te está dando guerras, instala otro antivirus fiable y mantenlo actualizado.

¿Es suficiente con Windows Defender o hace falta algo más?

Hoy por hoy, para la mayoría de usuarios que solo navegan por internet, trabajan con aplicaciones de confianza y no hacen experimentos raros, Microsoft Defender ofrece un nivel de seguridad más que aceptable. Está actualizado, es sencillo de usar y no da demasiadas molestias.

Sin embargo, si buscas un plus de seguridad porque vas a descargar mucho software, compartir el equipo con varias personas o hacer pruebas delicadas, quizá te compense combinar Defender con herramientas adicionales (como escáneres bajo demanda tipo Malwarebytes) o directamente pasar a un paquete de seguridad más completo.

A la hora de elegir, fíjate en que el antivirus tenga buena reputación, actualizaciones frecuentes y un impacto razonable en el rendimiento. No te quedes con el primero que veas en un anuncio; revisa opiniones y tests independientes.

En cualquier caso, deshabilitar por completo Microsoft Defender en Windows 11 solo debería hacerse cuando tengas muy claro lo que haces y dispongas de otra forma de protección, o cuando el equipo esté en un entorno muy controlado y aislado. Usando bien las opciones de desactivación temporal, las directivas, el Registro o las exclusiones, puedes ajustar el comportamiento del antivirus a tus necesidades sin renunciar a la seguridad más de la cuenta.

Con todos estos métodos, queda claro que Windows 11 ofrece bastante margen para controlar Windows Defender a tu gusto: desde apagarlo solo unos minutos mientras instalas un programa hasta dejarlo casi fuera de juego mediante políticas o cambios en el Registro. Lo realmente importante es valorar siempre el equilibrio entre comodidad y seguridad, y no olvidarse nunca de que, sin un buen escudo activo, cualquier descuido al navegar o descargar puede salir muy caro.

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