- Intel y AMD ofrecen procesadores muy potentes en todas las gamas, pero difieren en arquitectura, eficiencia y posibilidades de actualización de plataforma.
- Para comparar CPUs no basta con mirar GHz y núcleos: los benchmarks mononúcleo y multinúcleo, junto al uso real, son los que marcan las diferencias.
- Los Ryzen X3D destacan en gaming y eficiencia, mientras que los Core i5, i7 e i9 modernos brillan en cargas híbridas y multitarea intensa.
- La mejor elección depende del equilibrio entre rendimiento, consumo, precio de la placa y memoria, y el tipo de tareas (ofimática, juegos, creación de contenido o uso profesional).

Elegir hoy una CPU ya no es tan sencillo como decir “me pillo un i5 o un Ryzen 5 y listo”. El mercado está lleno de modelos, generaciones, arquitecturas híbridas, memorias DDR4 y DDR5, sockets que cambian cada poco y una guerra constante entre Intel y AMD por el mejor rendimiento y precio, como en nuestra guía completa de hardware para PC. Si además quieres jugar, editar vídeo, hacer streaming o montar un PC que dure años, la cosa se complica todavía más.
En esta guía vamos a desgranar con calma, pero con lenguaje claro, todo lo que debes saber para comparar procesadores Intel y AMD y configurar los procesadores de mi PC: rendimiento en juegos y productividad, consumo, temperaturas, plataformas, precios, equivalencias entre gamas, cómo interpretar benchmarks e incluso qué CPU concreta encaja mejor contigo según el uso y el presupuesto.
Situación actual de Intel y AMD en 2025
La batalla entre el “equipo azul” e “equipo rojo” está más reñida que nunca. En la parte de escritorio, Intel compite con su familia Core y los nuevos Core Ultra, mientras que AMD responde con Ryzen 5000, 7000, 8000G y la flamante serie Ryzen 9000 basada en Zen 5.
A nivel de arquitectura, Intel apuesta por un diseño híbrido con núcleos P (rendimiento) y núcleos E (eficiencia), lo que le da mucha soltura en cargas mixtas y multitarea. AMD, por su parte, mantiene núcleos homogéneos pero ha disparado el rendimiento por ciclo (IPC) y la eficiencia con Zen 4 y Zen 5, logrando CPUs muy fuertes en multihilo y gaming, especialmente con los modelos X3D con 3D V-Cache.
En cuanto a proceso de fabricación, AMD utiliza litografías de 5 nm y 4 nm de TSMC para las últimas generaciones, mientras que Intel ha pasado a nodos equivalentes a 7 nm en sus últimas series. La consecuencia práctica es que muchos Ryzen modernos consumen menos a igualdad de rendimiento, algo que se nota en temperaturas y ruido del sistema.
Lo importante para ti como usuario es que, a día de hoy, no hay una marca “mala”: tanto Intel como AMD ofrecen procesadores muy potentes en todas las gamas. La diferencia real está en qué modelo concreto eliges, qué placa base lo acompaña y qué vas a hacer con ese PC, y revisa también los procesadores compatibles con Windows 11 para tu equipo.
Por qué no puedes comparar Intel y AMD solo por GHz y núcleos
Durante años se ha caído en el error de juzgar un procesador solo por frecuencia, número de núcleos o cantidad de caché. Sobre el papel parece lógico, pero en la práctica es un atajo que lleva a conclusiones equivocadas, sobre todo al comparar Intel y AMD.
La razón es que, aunque ambos usan el conjunto de instrucciones x86-64, por dentro tienen microarquitecturas completamente diferentes. Cada diseño organiza las unidades de ejecución, las colas, las cachés, el predictor de saltos, etc., de forma distinta. Eso hace que parte de la CPU sea más rápida en ciertos tipos de instrucciones y más lenta en otras.
El concepto clave aquí es el IPC (instrucciones por ciclo). Dos procesadores a 4 GHz pueden rendir de forma muy distinta si uno ejecuta más instrucciones por ciclo que el otro. Por eso un viejo ejemplo como el AMD FX-9590 (8 núcleos, hasta 5 GHz) rendía peor que un Intel i7-4790K (4 núcleos, hasta 4,4 GHz) en casi todo, pese a que el primero parecía “más bestia” en la ficha técnica.
Incluso dentro de la misma marca, cambiar de generación puede alterar completamente el rendimiento a la misma frecuencia. Es decir, comparar solo GHz o núcleos entre arquitecturas distintas es básicamente inútil. Lo que manda de verdad son los benchmarks bien hechos y, sobre todo, pensar en el uso real que vas a darle.
Cómo interpretar el rendimiento: mononúcleo y multinúcleo
Cuando analizas procesadores Intel y AMD, conviene distinguir siempre entre rendimiento mononúcleo y multinúcleo. No es una separación teórica: afecta directamente a cómo sentirás el PC en tu día a día y en tus juegos o programas.
El rendimiento de un solo núcleo refleja qué tal de ágil es el procesador cuando una tarea solo aprovecha un núcleo o muy pocos hilos. Esto incluye muchos juegos, aplicaciones antiguas, partes del sistema operativo y programas ligeros. Aquí Intel suele estar muy fuerte gracias a sus núcleos P de alta frecuencia, aunque AMD ha recortado muchísimo distancia con Zen 4 y Zen 5.
El rendimiento multinúcleo, en cambio, mide hasta qué punto la CPU escala cuando varios núcleos trabajan al mismo tiempo. Es vital para edición de vídeo, renderizado 3D, compresión pesada, máquinas virtuales y multitarea bruta (jugar + streaming + apps en segundo plano). En este apartado, los Ryzen con muchos núcleos e hilos (por ejemplo 12C/24T o 16C/32T) ofrecen un gran valor.
Lo importante es entender que un procesador puede ser ligeramente inferior en juegos pero espectacular en productividad, o al revés. No hay una CPU mágica perfecta en todo, así que hay que alinear tus prioridades con las fortalezas de cada modelo.
Métodos serios para comparar procesadores Intel y AMD
Si las especificaciones básicas engañan, ¿cómo se compara de verdad una CPU Intel con una AMD? La respuesta está en los benchmarks bien interpretados. Pero tampoco vale cualquier cosa: cada prueba tiene sus sesgos y límites.
Los llamados benchmarks sintéticos son programas diseñados exclusivamente para medir rendimiento, sin hacer una tarea útil real. Ejemplos típicos son Cinebench (mononúcleo y multinúcleo renderizando una escena concreta de Cinema 4D), AIDA64 para medir el controlador de memoria, o 3DMark cuando se quiere aislar el rendimiento de CPU en juegos. Suelen ser muy útiles para comparar CPUs en igualdad de condiciones, pero no siempre reflejan con precisión cómo se comportarán en tu juego o programa favorito.
Por otro lado están las pruebas de rendimiento real, que se basan en hacer tareas con programas de uso cotidiano: proyectos de Blender, exportaciones de vídeo en Premiere o DaVinci, compresión con 7-Zip, o juegos concretos midiendo FPS medios y mínimos. Estas pruebas se acercan mucho más a lo que verás en casa, pero son más delicadas: cualquier cambio en la configuración, versión del juego, drivers o ajustes puede alterar los resultados.
Por eso, lo ideal es mirar varias fuentes especializadas (Tom’s Hardware, reviews técnicas, laboratorios independientes, etc.) y fijarse en tendencias, no en una sola gráfica. Si un Ryzen 7 o un i7 aparece sistemáticamente por encima en las mismas condiciones, puedes dar por bueno el patrón.
Con suficiente experiencia también se puede “estimar a ojo” el rendimiento según arquitectura, frecuencias y núcleos, sobre todo dentro de una misma familia (por ejemplo, comparar Ryzen 7 7700X con 7800X3D), pero para una compra tranquila lo mejor es apoyarse siempre en datos de pruebas reales.
Rendimiento en juegos: quién gana y por qué
En el terreno gaming, la pelea está al rojo vivo. Las últimas generaciones de AMD con 3D V-Cache, como los Ryzen 7 7800X3D, 9800X3D o 7950X3D, han marcado récords de FPS gracias a su enorme caché L3 apilada, que alimenta de datos a la GPU con una latencia bajísima.
Esta caché extra permite que muchos juegos, sobre todo a 1080p y 1440p con tarjetas gráficas potentes, rindan por encima de sus equivalentes de Intel, incluso cuando los Intel tienen frecuencias de reloj más altas. En algunos títulos, la diferencia puede rondar el 10-30 % con la misma GPU, lo que se traduce en más FPS y, sobre todo, mejor estabilidad de fotogramas mínimos.
Por su parte, Intel contraataca con sus núcleos P ultra rápidos en arquitecturas como Alder Lake, Raptor Lake y los nuevos Core Ultra 200S. En muchos juegos que dependen mucho del rendimiento mononúcleo, los i5, i7 o i9 recientes se colocan en cabeza o empatan con los mejores Ryzen, sobre todo a resoluciones bajas donde el cuello de botella es claramente la CPU.
De forma muy simplificada, se podría decir que si solo miramos juegos en 1440p/4K con una gráfica decente: los Ryzen X3D suelen ser la mejor opción puramente para gaming, mientras que los Core i7/i9 e incluso algunos Core Ultra ofrecen un rendimiento muy similar pero con una orientación algo más versátil hacia multitarea.
En cualquier caso, a igualdad de gama de GPU, entre procesadores cercanos suele haber diferencias del 10‑15 % en FPS, mucho menos dramáticas que las que puede haber en precio, consumo o vida útil de la plataforma. Ahí es donde entra la siguiente capa de análisis.
Productividad, creación de contenido y multitarea intensa
Si además de jugar vas a editar vídeo, renderizar escenas 3D, hacer streaming serio o trabajar con muchas aplicaciones pesadas a la vez, lo que marca la diferencia es la potencia multinúcleo estable y cómo escala la CPU cuando todo está al 100 %.
En este apartado, los Ryzen 7 y Ryzen 9 modernos con muchos núcleos e hilos (por ejemplo 12C/24T o 16C/32T) ofrecen un rendimiento bruto espectacular en tareas multihilo. Modelos como Ryzen 9 7900, 7900X, 7950X, 8950X o los nuevos Ryzen 9 9000 con Zen 5 son auténticas bestias para render, compilación y edición con timelines cargados.
Intel, por su lado, tiene en su gama alta procesadores como Core i7-14700(K/F) o Core i9-14900(K/F), además de los Core Ultra 9, que combinan núcleos P muy rápidos con un ejército de núcleos E orientados a eficiencia. Esta mezcla es muy interesante para tareas profesionales que intercalan picos de carga con procesos en segundo plano, ya que el sistema puede repartir el trabajo entre P y E-cores para no saturar.
En los rangos de precio medio-alto, combos como Ryzen 9 7900X vs i9-13900K suelen ir muy parejos en números globales, con pequeñas ventajas de uno u otro según el programa usado, pero la constante es que ambos son más que suficientes para la mayoría de profesionales y creadores de contenido exigentes.
Para trabajar de forma intensa pero ajustando el presupuesto, CPUs como Ryzen 7 7700, 7700X, 7800X3D o Intel i5-13500/14500 e i7-13700F dan muchísima guerra: permiten gaming de alto nivel y productividad seria sin pagar el sobreprecio de los modelos tope de gama.
Eficiencia energética, consumo y calor
La potencia sin control no sirve de mucho si el procesador se convierte en una estufa. Aquí entran en juego el consumo real, el TDP y la eficiencia energética, que influyen en la temperatura, el ruido de ventiladores, la factura eléctrica y la vida útil general del equipo.
AMD, gracias a los procesos de 5 nm y 4 nm de TSMC y a la arquitectura Zen 4/Zen 5, ha ganado una ventaja clara en eficiencia. Muchos Ryzen de gama media y alta, especialmente los X3D, logran un rendimiento sobresaliente con menos vatios que sus equivalentes de Intel, y eso se nota en que requieren menos refrigeración agresiva y mantienen temperaturas más contenidas en carga.
Por ejemplo, en pruebas donde se mide el consumo por FPS en juegos, modelos como Ryzen 9 7950X3D o Ryzen 7 7800X3D suelen situarse entre los mejores, ofreciendo más fotogramas por vatio que procesadores Core i9 muy sedientos. Ese extra de eficiencia también se traduce en un menor desgaste de la fuente y del sistema de refrigeración a largo plazo.
Intel, por su parte, ha mejorado muchísimo la gestión dinámica del consumo con sus núcleos eficientes. En tareas de ofimática, navegación, multimedia o reposo, los Core modernos pueden bajar consumos a niveles muy bajos, aunque bajo cargas intensas y con turbo agresivo siguen siendo CPUs que calientan y consumen más que muchos Ryzen equivalentes. Si tienes problemas concretos con CPUs Intel, revisa el parche de Windows para procesadores Intel.
En resumen práctico: si buscas un PC fresco, silencioso y con buena relación rendimiento/vatio, AMD tiene hoy una ligera delantera. Si priorizas el rendimiento a toda costa y no te importa invertir en buena refrigeración, algunos Intel de gama alta siguen siendo opciones muy válidas.
Plataformas, sockets y compatibilidad
No todo es la CPU en sí. A la hora de elegir entre Intel y AMD, la plataforma (socket, chipset y memoria compatible) es casi tan importante, porque determina el coste total de la configuración y las posibilidades de actualización futura.
AMD se ha ganado buena fama manteniendo sockets durante años. La serie Ryzen 5000 para escritorio utiliza socket AM4, que ha permitido a muchos usuarios actualizar desde procesadores antiguos sin cambiar de placa base, simplemente mediante una actualización de BIOS. La familia Ryzen 7000 y 9000 pasa a socket AM5, centrado ya en DDR5 y PCIe 5.0, con la promesa de dar soporte a varias generaciones. Aprende a entrar en la BIOS o UEFI.
Intel, en cambio, tiende a renovar el socket y chipsets con más frecuencia. Generaciones como Alder Lake, Raptor Lake y posteriores requieren placas base específicas (Z690, Z790, Z890, etc.), y no siempre hay compatibilidad cruzada entre generaciones, lo que puede obligarte a cambiar placa y memoria si quieres dar un salto grande de CPU, y conviene revisar la compatibilidad de CPUs con Windows 11.
En memoria, AMD ya ofrece soporte sólido para DDR5 en AM5, mientras que con AM4 sigues en DDR4, que aún es perfectamente válida para muchos equipos de gama media. Intel admite DDR4 o DDR5 según la placa, pero cada placa solo soporta un tipo de memoria, así que debes decidir desde el principio si montas un sistema más económico con DDR4 o das el salto a DDR5.
En cuanto a PCIe, ambas marcas soportan PCIe 4.0 y 5.0 según generación y chipset, lo que permite usar SSD NVMe de alta velocidad y tarjetas gráficas de última hornada. A día de hoy, PCIe 4.0 sigue siendo más que suficiente para gaming, pero PCIe 5.0 da margen de mejora en almacenamiento a futuro.
Relación calidad‑precio y tablas de equivalencias Intel vs AMD
Además de mirar el rendimiento bruto, hay que valorar qué obtienes por cada euro. Aquí es donde muchos usuarios acaban decantándose por una marca u otra, porque un pequeño recorte de rendimiento puede compensarse con un gran ahorro de dinero o viceversa.
En la gama media, AMD suele ofrecer procesadores muy competitivos en precio como Ryzen 5 5600, 7600, 7600X, 5600X, 5600G o 5600GT, que rinden de maravilla para gaming 1080p/1440p y productividad ligera. Intel responde con modelos como Core i3-12100F, i5-12400F, i5-13400F, i5-13500 o i5-14500, que también tienen una relación potencia/precio excelente, especialmente si los pillas en oferta.
Para orientarte, se suelen usar tablas de equivalencias entre gamas, donde se emparejan CPUs que apuntan al mismo público. Por ejemplo, es habitual ver Ryzen 5 5600 vs i5-12400F, Ryzen 5 7600 vs i5-13400F, Ryzen 7 7700X vs i7-13700KF, o Ryzen 7 7800X3D frente a i7-14700K como rivales directos.
En gamas altas, combos como Ryzen 9 7900X vs i9-13900K o Ryzen 9 7950X3D vs i9-14900K se miden en gaming extremo y productividad pesada, con resultados muy parejos donde AMD suele destacar en eficiencia y algunos juegos, mientras Intel lo hace en ciertas cargas monohilo y multitarea híbrida.
Si miras listados de “rendimiento por euro”, verás que muchas veces los mejores puestos los ocupan Ryzen 5 y Core i5 de gama media, junto a algunos i3 e incluso Core Ultra 5/7 bien posicionados. Los procesadores sin gráfica integrada (modelos con sufijo F en Intel y algunos Ryzen sin iGPU) suelen costar menos y ofrecen mejor relación rendimiento/precio si vas a usar sí o sí una GPU dedicada.
Gamas de entrada, media y alta: qué ofrece cada una
Si te estás montando un PC desde cero, es útil entender qué se puede esperar de cada escalón de precio en Intel y AMD, tanto para uso básico como para gaming y trabajo más serio.
En la gama baja o de entrada (por debajo de ~150 € en la CPU) encontramos procesadores como Ryzen 3 4100, Ryzen 5 4500, Ryzen 5 4600G y los Core i3 tipo i3-12100(F), i3-13100(F), i3-14100(F). Son chips perfectos para ofimática, navegación, multimedia y gaming ligero acompañados de gráficas de gama baja o integrada.
En la gama media (150-250 €) ya entran CPUs muy sólidas para jugar y trabajar, como Ryzen 5 5600, 5600X, 7600, 7600X, 9600X o Ryzen 7 5700X, 5700X3D, junto a Intel i5-12400(F), i5-13400(F), i5-13500, i5-14400(F), i5-14500. Este rango es el “sweet spot” para la mayoría: no limitan a tarjetas gráficas de hasta unos 400-500 € y permiten jugar a 1080p/1440p con tasas de refresco altas sin gastarse una fortuna.
En la gama alta (más de 250 €) aparecen CPUs orientadas a entusiastas, creadores de contenido y jugadores que quieren exprimir gráficas de gama muy alta, como Ryzen 7 7700, 7700X, 7800X3D, 9700X, 9800X3D y Ryzen 9 7900, 7900X, 7950X, 9900X, 9950X, así como los Core i7-13700(F/KF), i7-14700(F/KF), Core i9-13900(F/KF/K), i9-14900(F/KF/K) y Core Ultra 7/9 de escritorio.
Este último grupo es ideal para montar equipos que aguanten muchos años: gaming a 1440p/4K con GPU tope de gama, streaming de alta calidad, edición 4K y multitarea intensa. Eso sí, el coste de CPU, placa y refrigeración sube y conviene tener claro que vas a aprovechar esa inversión.
APU de AMD y gráficas integradas de Intel
Otro punto donde Intel y AMD juegan sus cartas es en las gráficas integradas. Aquí conviene diferenciar varios casos, porque no todas las iGPU son iguales ni se orientan al mismo perfil de usuario.
Las APU Ryzen 4000G y 5000G para AM4, y más recientemente los Ryzen 8000G para AM5, integran una GPU Radeon basada en Vega o RDNA que permite jugar a muchos títulos a 1080p con calidad baja/media sin necesidad de gráfica dedicada. Son una opción fantástica para mini PCs, equipos compactos o presupuestos ajustados donde no quieres gastar en una GPU aparte.
En Intel, muchas CPUs de sobremesa y prácticamente todos los procesadores de portátil incluyen gráfica integrada UHD o Iris Xe. No son tan potentes como las mejores APU de AMD en gaming, pero para ofimática, vídeo, trabajo básico e incluso algún juego muy ligero van sobradas. Además, sirven de salvavidas si tu GPU dedicada falla.
Eso sí, si tu objetivo es jugar de verdad con cierta calidad y estabilidad, lo habitual es apostar por una CPU sin iGPU potente (o directamente sin iGPU en Intel F) y acompañarla de una gráfica dedicada. Pagar por una APU con GPU decente para acabar usando una RTX o RX independiente no suele tener mucho sentido económico.
Para quien quiera montar un PC muy pequeño o un equipo multimedia versátil sin gráfica aparte, los nuevos Ryzen 8000G con RDNA integrada son ahora mismo de las propuestas más equilibradas en relación potencia gráfica/consumo/precio.
Compatibilidad con RAM, almacenamiento y otros componentes
Más allá del binomio CPU‑placa base, hay otros factores de compatibilidad que influyen en el rendimiento real del sistema: tipo y velocidad de RAM, soporte para NVMe rápidos y capacidad de ampliación.
En memoria, tanto Intel como AMD permiten usar módulos a frecuencias más altas de lo que garantizan oficialmente gracias a perfiles como XMP (Intel) y EXPO/AMP (AMD). Activar estos perfiles en BIOS hace que la RAM funcione a su velocidad “de fábrica” sin tener que ajustar decenas de parámetros manualmente.
Sin embargo, algunas placas de gama muy baja no permiten activar XMP/EXPO o limitan mucho la frecuencia máxima, lo que puede lastrar el rendimiento de procesadores modernos. En general, para DDR5, frecuencias reales por encima de 6000 MHz ofrecen un buen equilibrio entre coste y mejora de rendimiento, mientras que DDR4 sigue rindiendo muy bien a 3200‑3600 MHz con latencias ajustadas.
En almacenamiento, el soporte para PCIe 4.0 y 5.0 en M.2 permite usar SSD NVMe de altísima velocidad. Aunque para gaming no notarás un salto brutal respecto a un buen SSD PCIe 3.0, sí puede marcar diferencias en copias grandes, trabajo con archivos pesados y tiempos de carga en algunos motores modernos. Al elegir plataforma Intel o AMD, conviene revisar cuántas líneas PCIe y slots M.2 de alta velocidad ofrece el chipset.
También es importante pensar en la capacidad máxima de RAM soportada. Algunos procesadores móviles o de gama media se quedan en 32 GB, mientras que muchos de sobremesa admiten 64, 128 GB o más. Si trabajas con proyectos muy pesados, máquinas virtuales o bases de datos locales, esto puede ser determinante.
Overclocking y margen extra de rendimiento
Para los usuarios más entusiastas, el overclocking sigue siendo un punto de interés, aunque menos crítico que hace años porque las CPUs modernas ya vienen muy apretadas de fábrica y con turbos agresivos.
En Intel, solo los modelos con sufijo K o KF permiten overclocking real de CPU, y requieren una placa base con chipset de gama alta (Z690, Z790, etc.). Con una buena refrigeración, es posible arañar unos cientos de MHz extra en los núcleos P, obteniendo ganancias modestas pero apreciables en ciertas aplicaciones y benchmarks.
AMD permite cierto margen de OC manual en muchos Ryzen, pero donde realmente brilla es en sus tecnologías automáticas tipo Precision Boost Overdrive (PBO), que ajustan frecuencias y voltajes en función de la calidad del chip, la refrigeración y los límites de potencia. No suelen alcanzar los mismos márgenes de OC manual que algunos Intel K, pero ofrecen una mejora fácil y segura sin complicarse demasiado.
En la práctica, para la mayoría de usuarios que no quieren trastear, es más importante invertir en una buena refrigeración que mantenga el turbo sostenido que perseguir unos MHz extra de OC. Una CPU que mantiene sus boost clocks estables durante horas de juego o render rinde más que otra con OC mal afinado que haga throttling por temperatura.
Qué procesador elegir según tu tipo de uso
Con toda esta teoría sobre la mesa, la pregunta clave es: ¿qué tipo de procesador Intel o AMD me conviene en mi caso concreto? Vamos a verlo de forma ordenada según el perfil más común de usuario.
Si buscas un PC básico para ofimática, estudio, navegación y multimedia, no necesitas irte a la gama media alta. Un Intel Core i3 moderno (12100F, 13100F, 14100F) o un Ryzen 3/5 económico (4100, 4500, 5600G) te van a dar una experiencia muy fluida, especialmente si los acompañas con un SSD NVMe y 16 GB de RAM.
Para gaming 1080p o competitivo con gráfica de gama media, los grandes protagonistas son Ryzen 5 7600 / 7600X / 9600X, Ryzen 5 5600 / 5600X y en el lado azul Core i5-12400F, 13400F, 13500, 14500. Ofrecen FPS muy altos, buen rendimiento térmico y margen para gráficas tipo RTX 4060, 4060 Ti, RX 7600 XT, etc.
Si quieres jugar y hacer streaming a la vez o hacer algo de edición de vídeo, los Ryzen 7 5700X3D, 7700, 7700X, 7800X3D y los Core i5-13600K/F, i5-14600K/F, i7-13700F suben un escalón en potencia multinúcleo y mantienen un gran rendimiento en juegos. Son ideales para creadores de contenido amateur y semiprofesionales.
Para edición de vídeo pesada, render 3D, simulaciones y multitarea intensiva, ya entramos en terreno de Ryzen 9 (5900X, 7900, 7900X, 7950X, 8950X, 9900X, 9950X) y Core i7/i9 de última generación (13700K, 14700K, 13900K/F, 14900K/F, Core Ultra 9). Aquí hablamos de máquinas de trabajo serias que, además, arrasan en juegos si las combinas con GPUs de gama alta.
Y si lo que te interesa es un Mini PC o equipo compacto muy eficiente, tanto Intel como AMD ofrecen procesadores móviles y de bajo consumo con buen rendimiento por vatio. En escritorio, los Ryzen 8000G y algunos Core i5/i7 de bajo TDP permiten montar configuraciones muy capaces en cajas diminutas, ideales para salón, oficina o estudio reducido.
Al final, más que preguntarte si “Intel o AMD son mejores”, lo inteligente es valorar qué modelo concreto encaja con tu gráfica, tu presupuesto, el tipo de programas que usas y cuánto quieres gastar en placa, RAM y refrigeración, y si te preocupa la compatibilidad con Windows 11, mira qué opciones tienes. Con esa foto clara, es difícil equivocarse: las dos marcas tienen opciones muy sólidas en todos los segmentos.
Todo lo anterior se traduce en que, ahora mismo, la elección entre procesadores Intel y AMD ya no va de bandos, sino de encontrar el equilibrio perfecto entre rendimiento en juegos, productividad, eficiencia, plataforma y precio para cada usuario; si eliges con cabeza, tanto un buen Core como un buen Ryzen pueden convertirse en el corazón de un PC rápido, silencioso y duradero durante muchos años.
