- La escasez de memoria DRAM está empujando a los fabricantes a recuperar móviles con solo 4 GB de RAM, sobre todo en la gama de entrada.
- Los smartphones baratos pasarán de los actuales 6 u 8 GB a 4 GB de RAM y 64 GB de almacenamiento, apoyándose de nuevo en tarjetas microSD.
- Google y los desarrolladores se verán forzados a optimizar Android y las apps para funcionar con menos memoria, mientras la IA local se resiente.
- La prioridad de producción de memorias para servidores de IA encarece la RAM móvil y puede traer móviles más caros o con peores especificaciones.

Durante años, el mercado del smartphone ha seguido una especie de ley no escrita: cada nueva generación traía más memoria RAM, más almacenamiento y un poco más de margen para aguantar el paso del tiempo. Esa tendencia, al menos en parte, se prepara para dar un giro inesperado. La combinación de escasez de memorias y el empuje de la inteligencia artificial ha colocado a la industria en una situación en la que vuelven a sonar con fuerza los 4 GB de RAM en móviles, especialmente en los modelos más asequibles.
Este cambio no llega por casualidad ni por nostalgia tecnológica. Responde a una realidad incómoda: la RAM para móviles es ahora más cara y difícil de conseguir porque los grandes fabricantes de chips están volcando sus recursos en memorias mucho más rentables para centros de datos y servidores de IA. Eso deja a los smartphones, incluidos los que se venden en España y en el resto de Europa, ante un dilema claro: o suben de precio de forma notable o recortan especificaciones hasta niveles que creíamos superados.
El regreso de los 4 GB de RAM en la gama de entrada
Hasta ahora, un móvil de gama baja rondando los 150 euros en Europa solía ofrecer, como mínimo, 6 GB de RAM y 128 GB de almacenamiento. En muchos catálogos, incluso la gama más modesta ya se movía en la franja de los 6 a 8 GB de RAM, mientras que la gama media partía de configuraciones similares pero con mejores pantallas, cámaras y procesadores.
Ese escenario está a punto de cambiar. Diversos informes de analistas y avisos de fabricantes apuntan a que los nuevos modelos de entrada volverán a montar solo 4 GB de RAM. A ello se sumará un almacenamiento interno recortado, donde será habitual ver versiones base con 64 GB de memoria interna, justo cuando muchos usuarios se habían acostumbrado a los 128 GB como mínimo razonable.
Este movimiento no tiene mucho misterio: al incluir menos chips de RAM y NAND, los fabricantes abaratan la producción de cada terminal. El problema es que, con los precios de la memoria disparados, es muy probable que el cliente final no note un gran ahorro en el PVP. En la práctica, veremos móviles con menos memoria que los actuales pero a precios iguales o incluso superiores.
Para compensar en parte ese recorte, está resurgiendo con fuerza la ranura para tarjetas microSD. La idea es sencilla: el usuario compra un móvil con poca memoria interna y, si necesita más espacio para fotos, vídeos o juegos, amplía con una tarjeta externa relativamente barata. Sin embargo, esa solución solo alivia el problema de almacenamiento, no el de rendimiento ligado a la falta de RAM.
Cómo afectarán los 4 GB de RAM al uso diario del móvil
Volver a los 4 GB de RAM en pleno auge de la IA y de las apps cada vez más pesadas no es una decisión inocua. En la práctica, implica asumir varias limitaciones claras en la experiencia de uso cotidiana, especialmente en móviles que se venderán en España y otros mercados europeos como opciones económicas.
La primera consecuencia será una multitarea mucho más limitada. Con menos memoria disponible, el sistema operativo cerrará con mayor agresividad las aplicaciones en segundo plano. Eso se traduce en más recargas cuando cambias de una app a otra, tiempos de espera más largos y una sensación general de fluidez inferior a la de modelos con 6 u 8 GB de RAM.
También se verá afectada la ejecución de aplicaciones pesadas, como juegos exigentes o editores de vídeo. Estos títulos necesitarán recortar texturas, reducir efectos o directamente no ofrecer ciertas funciones en terminales con 4 GB. En el mejor de los casos, funcionarán, pero con ajustes gráficos muy contenidos y con más tirones cuando la memoria se sature.
Otro punto delicado será todo lo que tenga que ver con funciones avanzadas basadas en inteligencia artificial. Desde asistentes que procesan lenguaje natural en el propio dispositivo hasta mejoras de cámara que dependen de modelos de IA, muchas de estas características requieren una cantidad importante de RAM. En móviles de entrada, se prevé una brecha creciente en rendimiento y funciones frente a la gama media y alta, que seguirán apostando por memoria más generosa.
A medio plazo, la menor cantidad de RAM también impactará en la longevidad del dispositivo. Con sistemas operativos y apps que aumentan de tamaño y complejidad con cada actualización, un móvil que ya nace justo de memoria tendrá más papeletas para volverse lento antes, acortando su vida útil práctica para el usuario.
La realidad actual de las gamas: de entrada, media y alta
Si miramos al mercado actual, la foto es bastante clara. En la parte baja, por alrededor de 150 euros, abundan los móviles con 6 GB de RAM y 128 GB de almacenamiento. Un escalón por encima, la gama media que ronda los 300 euros suele ofrecer paneles OLED, mejores cámaras y configuraciones de entre 6 y 8 GB de RAM acompañadas de 128 o 256 GB de memoria interna.
En la gama media alta, por unos 500 euros, no es raro encontrar ya terminales con 8 o 12 GB de RAM, procesadores potentes de última hornada y sistemas de cámara más completos. La gama alta «clásica», que se mueve alrededor de los 800 euros, se ha asentado en los 12 GB de RAM, con variantes «vitaminadas» que suben a 16 GB para quien busca un plus.
Por encima de esa franja, en el segmento premium que supera holgadamente los 1.000 euros, muchos buques insignia mantienen 12 GB como estándar, pero empiezan a proliferar ediciones específicas con 16 o incluso 24 GB de RAM. Estas versiones suelen ir dirigidas a usuarios muy intensivos, entusiastas o profesionales que quieren exprimir al máximo la IA local, la edición avanzada de foto y vídeo o el juego móvil al más alto nivel.
Lo que se avecina no es tanto un cambio radical en la gama alta como un frenazo en la carrera por los 16 GB de RAM como estándar generalizado. Algunos fabricantes podrían reservar esas cifras para modelos ultra-premium, mientras que el grueso de sus catálogos se quedará en 8 o 12 GB para contener costes en un contexto de memoria cara.
En cambio, el ajuste será mucho más visible en la base de la pirámide: los móviles baratos pasarán de 6 u 8 GB a 4 GB, marcando una línea muy clara entre lo que ofrece un terminal de entrada y lo que se puede esperar de un gama media o alta.
Por qué la industria vuelve atrás: el papel de la IA y la escasez de memoria
Para entender por qué se recuperan los 4 GB de RAM, hay que mirar más allá del móvil. La demanda de memoria para inteligencia artificial se ha disparado y ha cambiado las prioridades de los grandes fabricantes de chips como Samsung o SK Hynix.
En lugar de reforzar la producción de memorias DDR y LPDDR destinadas a ordenadores portátiles y smartphones de consumo, estas compañías están volcando buena parte de su capacidad en memorias DDR5 y, sobre todo, HBM para centros de datos y servidores de IA, donde los márgenes son muchísimo más altos. El resultado es un cuello de botella artificial en la memoria para dispositivos personales, que se traduce en subida de precios y disponibilidad más limitada.
Esta situación deja a los fabricantes de móviles en una encrucijada: o suben notablemente los precios finales para mantener la misma cantidad de RAM que hasta ahora, o aplican una especie de «reduflación» tecnológica, es decir, ofrecen menos memoria por el mismo precio. En la práctica, muchas marcas optarán por la segunda opción, sobre todo en la gama baja, donde cada euro cuenta y la competencia es feroz.
La paradoja es evidente: mientras la IA generativa y los grandes modelos de lenguaje reclaman cada vez más potencia en los servidores, los móviles de consumo se verán obligados a recortar memoria, justo cuando también quieren incorporar funciones de IA local para no depender tanto de la nube.
Esta presión no solo afecta a los modelos económicos. Incluso terminales que normalmente partirían de 12 GB de RAM podrían quedarse en 8 GB como configuración base, o bajar a 6 GB en ciertos mercados más sensibles al precio, lo que afectará a su margen de maniobra para futuras actualizaciones y nuevas funciones.
Google, Android y el reto de funcionar con menos RAM
El giro hacia los 4 GB de RAM en la base del mercado coloca a Google en una posición incómoda. Android tendrá que aprender a hacer más con menos si no quiere que la experiencia en esos móviles sea frustrante desde el primer día.
Hasta ahora, la plataforma de Google ha sido más exigente en memoria que iOS. Es habitual ver cómo un iPhone maneja mejor la multitarea con mucha menos RAM que un Android equivalente. Si la nueva generación de smartphones de entrada se queda en 4 GB, la compañía de Mountain View tendrá que intensificar la optimización del sistema, reduciendo procesos en segundo plano y afinando la gestión de recursos.
En paralelo, los desarrolladores de aplicaciones también se verán forzados a adaptarse. Si quieren que sus apps y juegos funcionen de forma razonable en móviles con 4 GB de RAM, tendrán que recortar consumo de memoria, optimizar texturas, limitar efectos y evitar que sus productos se conviertan en exclusividad de gamas medias y altas.
La industria ya baraja soluciones como mover parte de los modelos de IA al almacenamiento UFS en lugar de tenerlos siempre cargados en RAM, o explorar formatos híbridos que combinen memoria volátil y flash de forma más eficiente. Son vías interesantes, pero complejas, que no se implementan de la noche a la mañana ni salen gratis.
Todo esto llega en un momento en el que, teóricamente, se necesitarían fácilmente 20 GB de RAM para ejecutar modelos de IA complejos de forma local sin depender de la nube. La realidad del mercado va justo en la dirección opuesta para millones de usuarios que seguirán moviéndose en la franja de los 4 a 8 GB durante los próximos años.
Qué puede esperar el usuario europeo en los próximos años
Las previsiones de los analistas no son especialmente optimistas. Los cálculos más favorables sitúan el final de esta escasez de memoria no antes de finales de 2027. Eso significa que las decisiones que se tomen ahora tendrán impacto durante varias generaciones de móviles, también en Europa y en España.
Para el usuario, esto se traducirá en catálogos en los que los móviles más baratos serán claramente menos potentes que los de hace un par de años en términos de RAM, aunque quizá acompañados de algún reclamo de marketing en cámara o diseño para compensar la ficha técnica. La ranura microSD, casi desterrada en muchos modelos recientes, volverá a cobrar protagonismo como salida rápida para ampliar el almacenamiento.
En la gama media, lo más probable es que veamos una cierta contención: móviles que se quedan en 6 u 8 GB de RAM como estándar, en lugar de dar el salto natural hacia los 12 GB en todos los modelos. En la gama alta, la carrera por los 16 y 24 GB continuará, pero se concentrará en terminales muy concretos y de precio elevado.
También cabe esperar que algunas marcas decidan diferenciar más profundamente sus líneas: modelos con más memoria pero claramente más caros frente a versiones recortadas en RAM y almacenamiento, pero con un precio algo más contenido. Cada usuario deberá valorar si le compensa pagar más por mantener un margen de rendimiento y vida útil mayor.
Para quienes planeen renovar móvil en los próximos años, especialmente dentro de los presupuestos ajustados, será más importante que nunca fijarse bien en la cantidad de RAM y no solo en la cámara, el diseño o la pantalla. Con un ecosistema de apps cada vez más exigente, ese detalle marcará la diferencia entre un móvil que se quede corto pronto y otro que aguante dignamente varias versiones de Android.
Aunque pueda sonar a paso atrás, la vuelta de los 4 GB de RAM en móviles no es un simple capricho de los fabricantes, sino la consecuencia de un mercado de memorias tensionado por la fiebre de la IA y por la búsqueda de márgenes más altos en el lado de los servidores. Los usuarios verán móviles de entrada más limitados, una gama media que se estanca en 6-8 GB y una alta que avanza más despacio hacia los 16 GB y más, mientras Google y los desarrolladores afinan Android y sus apps para que todo siga funcionando con cierta dignidad. En este contexto, elegir bien la memoria de tu próximo teléfono y entender qué supone vivir con 4 GB volverá a ser una decisión clave en el momento de pasar por caja.