Seis riesgos críticos en gestores de contraseñas y cómo blindarlos

Última actualización: diciembre 12, 2025
Autor: Isaac
  • El auge de los gestores de contraseñas los convierte en objetivo prioritario de ciberdelincuentes.
  • Seis riesgos críticos: robo de la contraseña maestra, phishing, malware, brechas, fallos de software y apps falsas.
  • Casos reales y campañas como InvisibleFerret evidencian el impacto económico de estos ataques.
  • Proteger el gestor exige contraseña maestra robusta, 2FA, actualizaciones constantes y apps de fuentes fiables.

gestores de contraseñas y riesgos de seguridad

En muy pocos años, la cantidad de contraseñas que maneja cada persona en Internet se ha disparado. Según datos de NordPass, un usuario medio gestiona hoy un 68 por ciento más de claves personales que hace apenas cuatro años, con una media de unas 168 contraseñas distintas. Entre banca online, redes sociales, compras, trámites con la Administración y un sinfín de servicios digitales, recordar todas esas combinaciones se ha vuelto misión imposible.

Ese crecimiento ha venido acompañado de hábitos poco seguros que siguen muy extendidos en España: claves fáciles de adivinar como “1234”, “España” o directamente “contraseña”, reutilización de la misma clave en varios servicios o apuntarlas sin protección en notas del móvil y en papeles. Casos como el de Nieves, una mujer de 90 años a la que le robaron el móvil y le vaciaron 4.000 euros en apenas tres horas tras acceder a su aplicación bancaria, ilustran hasta qué punto una contraseña débil o mal gestionada puede tener consecuencias muy serias.

Gestores de contraseñas: solución útil, pero blanco prioritario

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En este contexto, los gestores de contraseñas se han popularizado como herramienta práctica para el día a día. Tal y como explica Josep Albors, experto en ciberseguridad y director de investigación y concienciación de ESET España, un gestor es una aplicación que almacena de forma cifrada todas las credenciales que utilizamos: usuarios, contraseñas e incluso datos sensibles como notas seguras o tarjetas bancarias.

El acceso a ese “cofre digital” se realiza mediante una factores biométricos o contraseña maestra, como la huella dactilar o el reconocimiento facial. Su gran ventaja es que permite generar claves largas, únicas y robustas para cada servicio, sin necesidad de memorizarlas todas. Así se evita caer en combinaciones previsibles o repetir la misma contraseña en media docena de webs distintas, algo que los especialistas consideran un error crítico.

Sin embargo, el propio éxito de estos programas los ha convertido en un objetivo muy atractivo para los ciberdelincuentes. Al fin y al cabo, si logran abrir el gestor, obtienen de golpe el acceso a todos los servicios de la víctima. De ahí que se hable de ellos como un “cofre del tesoro” para los atacantes, que preparan campañas específicas para intentar hacerse con la contraseña maestra o comprometer el software.

Cuando un atacante consigue entrar en un gestor de contraseñas, el abanico de daños potenciales es amplio: fraudes de identidad, accesos no autorizados a banca y criptomonedas, robo de datos personales o venta de credenciales en el mercado negro. Además, ese primer incidente puede desencadenar una cadena de ataques posteriores, como se ha visto en varios casos recientes a escala internacional.

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seis riesgos criticos en gestores de contraseñas

Se disparan los ataques: seis riesgos críticos según ESET

La firma de ciberseguridad ESET ha identificado seis riesgos de seguridad especialmente críticos en el uso de gestores de contraseñas. El primero, y probablemente más grave, es el robo de la contraseña maestra. Toda la seguridad del sistema se apoya en esa clave única: si queda al descubierto, el atacante puede entrar sin obstáculos en la bóveda de credenciales.

Esa contraseña maestra se intenta robar de distintas formas. Una de las más habituales son los ataques de fuerza bruta o el aprovechamiento de vulnerabilidades del software, que buscan probar combinaciones hasta acertar o explotar un fallo en la aplicación. Pero el eslabón más débil suele seguir siendo el usuario, de ahí que el phishing y los engaños sean otro de los grandes vectores de ataque.

El phishing y los anuncios fraudulentos dirigidos a usuarios de gestores concretos se han vuelto muy frecuentes, incluidos falsos tutoriales que roban contraseñas. Los ciberdelincuentes compran anuncios en buscadores o difunden enlaces que imitan a la perfección la web legítima del proveedor. A simple vista, el dominio parece correcto, pero incluye ligeras variaciones (una letra cambiada, un guion de más, una extensión diferente). Al introducir la contraseña maestra y el correo en ese sitio falso, la víctima entrega sin saberlo las llaves de todas sus cuentas.

Junto al engaño, el malware especializado en robar contraseñas ha ganado protagonismo. Se trata de programas maliciosos que, una vez se instalan en el ordenador o el móvil, son capaces de extraer información de navegadores, extensiones de navegador y gestores de contraseñas. En la operación norcoreana bautizada como “DeceptiveDevelopment”, analizada por los investigadores de ESET, se utilizó el malware InvisibleFerret para exfiltrar datos desde extensiones de navegador y gestores como 1Password o Dashlane, enviándolos a través de Telegram o mediante FTP.

En aquel caso, el malware se ocultaba en archivos adjuntos enviados durante supuestos procesos de selección de personal, lo que demuestra cómo la ingeniería social sigue siendo una vía decisiva para introducir código malicioso. En otras campañas, los atacantes se hacen pasar por soporte técnico, por empresas conocidas o por instituciones públicas, adaptando su discurso al contexto local para parecer más creíbles a los usuarios europeos.

Otro riesgo que ESET pone sobre la mesa son las brechas de seguridad en los propios proveedores de gestores de contraseñas. Aunque se trate de empresas con amplios recursos y experiencia en protección de datos, ninguna está completamente a salvo de sufrir un incidente. El caso de LastPass en 2022 es ilustrativo: dos intrusiones permitieron a los atacantes hacerse con código fuente, documentación técnica y copias de seguridad cifradas de clientes.

Las consecuencias no se quedaron en un susto. Investigaciones posteriores vincularon esos incidentes con el robo de millones en criptomonedas. Se habló de un primer desfalco de 4,4 millones de dólares (unos 4,16 millones de euros) y de ataques posteriores a mayor escala, incluido un golpe valorado en unos 150 millones de dólares, según los datos recogidos por ESET. Este tipo de episodios alimenta el debate sobre hasta qué punto es seguro centralizar todas las claves en un único servicio, como la app de gestión de contraseñas en Android.

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A las brechas se suma un riesgo más silencioso pero igual de relevante: vulnerabilidades de software que pueden afectar tanto al gestor como a los sistemas operativos y navegadores que lo rodean. Como cualquier programa complejo, estos servicios pueden contener fallos que, una vez descubiertos por un actor malicioso, se convierten en la puerta de entrada para leer o extraer credenciales e incluso interceptar códigos de autenticación en dos pasos.

La situación se complica cuando el usuario sincroniza el gestor en muchos dispositivos distintos: ordenador del trabajo, portátil personal, tablet, móvil principal, segundo móvil, etc. Cada terminal añadido amplía la superficie de ataque. Un solo dispositivo desactualizado, sin protección o infectado con malware puede convertirse en el eslabón por el que se cuelan los atacantes, aunque el resto estén bien protegidos.

Finalmente, ESET alerta del auge de las aplicaciones falsas de gestores de contraseñas, incluso en tiendas que el público suele considerar seguras, como la App Store o las principales plataformas oficiales en Europa. Algunas copian nombre, icono y descripciones de herramientas legítimas de renombre, con el objetivo de pasar desapercibidas entre los usuarios que buscan un gestor popular.

Estas apps fraudulentas no buscan proteger nada: su propósito es robar la contraseña maestra, capturar las credenciales que el usuario introduce o instalar más malware en el dispositivo. El crecimiento real de los gestores serios ha generado un efecto llamada para que aparezcan imitaciones maliciosas, y distinguir unas de otras no siempre es sencillo si no se revisan cuidadosamente el desarrollador, las opiniones y la trayectoria del producto.

Claves prácticas para usar el gestor con más seguridad

A pesar de estos riesgos, los especialistas insisten en que los gestores de contraseñas siguen siendo una de las mejores opciones para mejorar la seguridad digital, siempre que se utilicen con criterio. La propia ESET y expertos como Josep Albors han recopilado una serie de pautas para minimizar la exposición y reducir al máximo las posibilidades de sufrir un incidente.

La primera medida, y probablemente la más importante, es crear una contraseña maestra única, muy robusta y fácil de recordar para su propietario. En vez de combinaciones imposibles llenas de símbolos que nadie es capaz de memorizar, los expertos recomiendan apostar por la longitud y el sentido: frases o secuencias formadas por cuatro, cinco o seis palabras encadenadas, por ejemplo separadas por guiones. Así se consigue una clave larga y resistente a ataques automatizados, pero que el usuario puede recordar sin necesidad de apuntarla.

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La segunda gran recomendación es activar siempre la autenticación multifactor (2FA) en el gestor y en los servicios más sensibles. Este sistema añade una capa extra de verificación, como un código temporal en el móvil, una llave física de seguridad o una notificación de confirmación. De esta forma, aunque alguien consiga la contraseña, no lo tiene tan fácil para completar el acceso si no dispone del segundo factor.

Otro aspecto clave pasa por mantener al día el sistema operativo, los navegadores y el propio gestor de contraseñas. Las actualizaciones no son solo cambios de diseño: con frecuencia incluyen parches que corrigen fallos de seguridad descubiertos recientemente. Aplazarlas indefinidamente deja abiertas grietas que los ciberdelincuentes conocen y explotan de forma masiva.

También conviene extremar las precauciones a la hora de instalar aplicaciones. Descargar el gestor únicamente desde tiendas oficiales reconocidas o desde la web del desarrollador reduce considerablemente las probabilidades de caer en una imitación maliciosa. Antes de pulsar el botón de “instalar”, merece la pena revisar quién firma la app, cuántas descargas tiene, qué opinan otros usuarios y si existe presencia clara de la marca en Europa.

Junto a todo ello, los expertos recomiendan limitar el número de dispositivos que tienen acceso al gestor y evitar iniciar sesión en ordenadores o móviles que no sean de plena confianza, como equipos públicos, compartidos o de trabajo en los que no se tenga control total sobre las configuraciones. Si en algún momento se sospecha que un dispositivo puede estar comprometido, es fundamental revocar sesiones abiertas y cambiar de inmediato la contraseña maestra.

Como capa adicional, ESET insiste en la importancia de contar con una solución de seguridad capaz de detectar malware diseñado para robar credenciales. Este tipo de herramientas, instaladas en todos los dispositivos habituales, ayuda a bloquear infostealers y otras familias de software malicioso antes de que consigan extraer información del navegador o del gestor de contraseñas.

Por último, escoger proveedores de gestores con buena reputación, trayectoria consolidada y políticas de transparencia ofrece un plus de garantías. Aunque ninguna compañía es infalible, aquellas que comunican con claridad sus medidas de cifrado, realizan auditorías independientes y explican cómo gestionan los incidentes ofrecen al menos un marco más sólido para los usuarios españoles y europeos que deseen adoptar estas herramientas con ciertas garantías.

Con todo este panorama, la visión que trasladan los expertos es matizada pero clara: los gestores de contraseñas no son una panacea perfecta ni un sistema inmune a fallos, pero utilizados con sentido común, una contraseña maestra fuerte, autenticación multifactor y un mínimo de higiene digital, resultan muchísimo más recomendables que seguir apuntando claves en papeles, notas sin cifrar o reutilizando la misma combinación para todo, prácticas que hoy dejan la puerta abierta a que cualquier incidente acabe en un serio quebradero de cabeza económico y personal.