Sección de Windows en tecnología: ventanas, interfaz y sistema

Última actualización: diciembre 19, 2025
Autor: Isaac
  • Windows organiza la interacción con el usuario a través de ventanas, controles y cuadros de diálogo, gestionados por clases, estilos y mensajes del sistema.
  • La configuración del sistema se articula en torno al Panel de control y la app Configuración, cubriendo seguridad, hardware, cuentas, accesibilidad y rendimiento.
  • Marcos como WinUI, WPF y WinForms proporcionan controles modernos, animaciones y soporte de entrada avanzada para crear interfaces de usuario ricas en Windows.
  • Windows forma parte de una familia amplia de sistemas operativos y compite con macOS, Linux o ChromeOS, cada uno con fortalezas y públicos específicos.

Sección de Windows en tecnología

Si te mueves en el mundo de la informática, tarde o temprano acabas topándote con la sección de Windows en tecnología: ventanas de escritorio, marcos de interfaz, Panel de control, aplicaciones modernas, versiones del sistema… todo forma parte de un ecosistema enorme que a menudo resulta abrumador. Entender bien cómo encaja cada pieza ayuda tanto a programadores como a usuarios curiosos a sacar mucho más partido al sistema.

En las próximas líneas vamos a hacer un recorrido amplio por las ventanas de Windows, su interfaz, la configuración del sistema, los marcos de UI modernos y la evolución del propio sistema operativo. Además, repasaremos qué es un sistema operativo, qué tipos hay y en qué casos interesa usar Windows u otras alternativas como macOS, Linux o ChromeOS.

Ventanas y elementos básicos de la interfaz de Windows

En Windows, prácticamente todo gira en torno al concepto de ventana como unidad visual y de interacción. Las aplicaciones crean ventanas para mostrar información, recibir datos del usuario y relacionarse entre sí, y el sistema ofrece funciones específicas para crearlas, moverlas, redimensionarlas y controlarlas.

Cuando se inicia el sistema, Windows genera automáticamente la llamada ventana de escritorio. Esta no es una ventana cualquiera: es una ventana especial definida por el sistema que pinta el fondo de la pantalla y sirve de base al resto de ventanas que verás en el monitor. El fondo que ves (fondo de escritorio o wallpaper) se genera a partir de un mapa de bits (archivo .bmp u otros formatos más recientes) cuyo nombre se guarda en el Registro del sistema y que se puede cambiar desde la propia configuración.

Para los desarrolladores, el escritorio es accesible como una ventana más: la función GetDesktopWindow devuelve su identificador. Y herramientas de configuración, como los elementos del Panel de control o la app de Configuración moderna, pueden cambiar el fondo llamando a SystemParametersInfo con la acción SPI_SETDESKWALLPAPER, cargando un nuevo mapa de bits y actualizando la entrada correspondiente en el Registro.

Cada programa de escritorio clásico crea al menos una ventana principal de aplicación, que actúa como cara visible ante el usuario: ahí se ven menús, contenido, cuadros de diálogo, etc. Al arrancar, el sistema también asocia a esa aplicación un botón en la barra de tareas, con su icono y su título. Cuando la aplicación está activa, ese botón aparece como “pulsado” o resaltado, ayudando a saber qué programa está en primer plano.

Una ventana típica de aplicación en Windows está formada por varios elementos: barra de título, barra de menús, menú de ventana, botones de minimizar, maximizar y cerrar, borde redimensionable, área de cliente y barras de desplazamiento. No todas las ventanas tienen todos estos componentes, pero la mayoría de las ventanas principales sí.

Área de cliente y área no cliente

La parte central donde la aplicación realmente dibuja su contenido (texto, imágenes, gráficos, documentos, etc.) se denomina área de cliente. Es, por ejemplo, donde Word muestra tu documento o donde un programa de diseño enseña el lienzo de trabajo. Cada ventana tiene asociado un procedimiento de ventana (window procedure) encargado de recibir mensajes del sistema y de la propia aplicación y actualizar esa área de cliente según sea necesario.

Todo lo que rodea a esa zona central se conoce como área no cliente: barra de título, bordes, botones de control, barras de desplazamiento, menú de ventana y barra de menús. El sistema se encarga en gran medida de gestionar la apariencia y el comportamiento de esta parte, liberando a la aplicación de tener que dibujarla a mano, mientras que la app se centra en la lógica y el contenido del área de cliente.

La barra de título muestra un icono (definido por la aplicación) y un texto identificativo, normalmente el nombre de la app o del documento abierto. Desde ella se puede arrastrar la ventana con el ratón o con otros dispositivos de entrada para cambiar su posición en el escritorio.

La mayoría de aplicaciones clásicas usan una barra de menús horizontal en la parte superior (Archivo, Edición, Ver, etc.), cuyos elementos abren menús desplegables con comandos concretos. Al hacer clic en cada comando se desencadena una acción dentro de la aplicación, desde abrir un archivo hasta cambiar la configuración.

El menú de ventana (antiguo “menú del sistema”) lo crea y administra el propio Windows. Recoge opciones estándar para mover, cambiar de tamaño, minimizar, maximizar o cerrar la ventana, sin que el desarrollador tenga que reinventar la rueda.

En la esquina superior derecha, los botones de minimizar, maximizar/restaurar y cerrar controlan el tamaño y el estado de la ventana. Maximizar hace que la ventana ocupe prácticamente toda la pantalla (dejando espacio para la barra de tareas), restaurar devuelve el tamaño anterior y minimizar reduce la ventana a su botón en la barra de tareas. Cerrar, como es lógico, sale de la aplicación o cierra la instancia de esa ventana.

El borde redimensionable que rodea la ventana permite ajustar su tamaño arrastrando con el ratón o con gestos táctiles, mientras que las barras de desplazamiento horizontal y vertical convierten movimientos de rueda, teclado o gestos táctiles en desplazamientos del contenido del área de cliente, muy útiles para documentos largos o lienzos grandes.

Controles, cuadros de diálogo y tipos de ventanas

Además de la ventana principal, las aplicaciones usan muchos otros tipos de ventanas especializadas: controles, cuadros de diálogo y cuadros de mensaje forman el pan de cada día en la experiencia de usuario de Windows.

Un control es una ventana pequeña diseñada para pedir o mostrar una pieza concreta de información: un cuadro de edición para escribir un nombre de archivo, una casilla para activar o desactivar una opción, un control de lista para mostrar elementos, etc. Los controles suelen vivir dentro de otras ventanas, especialmente de los cuadros de diálogo.

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Un cuadro de diálogo es una ventana pensada para recopilar datos necesarios para completar una acción. Por ejemplo, al elegir “Abrir archivo” suele aparecer un diálogo con una lista de carpetas, un campo de nombre de archivo y botones como Aceptar o Cancelar. Suelen tener barra de título y borde, pero no acostumbran a incluir barra de menús ni botones de maximizar/minimizar.

Un cuadro de mensaje es un tipo especial de cuadro de diálogo que simplemente informa o avisa al usuario (errores, confirmaciones, alertas) y propone una o varias respuestas (Aceptar, Cancelar, Sí/No). Técnicamente también es una ventana, pero fuertemente estandarizada para garantizar consistencia visual y de accesibilidad.

Atributos y creación de ventanas en Windows

Cuando una aplicación crea una ventana debe suministrar al sistema una serie de atributos esenciales que determinan su apariencia y comportamiento. A cambio, la función de creación devuelve un identificador único que la aplicación usará a partir de ahí para referirse a la ventana.

Cada ventana pertenece a una clase de ventana, que se registra previamente mediante funciones como RegisterClass o sus variantes Unicode. Esta clase define rasgos comunes de todas las ventanas del mismo tipo, entre ellos el procedimiento de ventana (donde se procesan los mensajes), el icono por defecto o el cursor. El sistema se comunica con la ventana enviando mensajes (WM_CREATE, WM_PAINT, WM_CLOSE, etc.), que el procedimiento de ventana debe manejar.

El nombre de la ventana es la cadena de texto visible para el usuario: en la barra de título de la ventana principal o de un diálogo, o en el propio interior del control en el caso de botones, cuadros de texto y controles estáticos. Este título puede cambiarse en tiempo de ejecución con SetWindowText, y se puede leer con GetWindowText y GetWindowTextLength.

Además del rol que define la clase, cada ventana tiene uno o más estilos de ventana (WS_*) que ajustan detalles como si tiene borde, si es redimensionable, si aparece en la barra de tareas o si actúa como ventana secundaria. Estos estilos se suelen fijar al crear la ventana, aunque también pueden cambiarse después con SetWindowLong. Las clases de control predefinidas (como SCROLLBAR) tienen estilos específicos (por ejemplo, SBS_HORZ o SBS_VERT) que determinan su orientación o comportamiento.

Complementando a los estilos básicos, existen los estilos extendidos, que se pasan a través del parámetro dwExStyle de CreateWindowEx. Estos estilos ofrecen opciones adicionales de apariencia y comportamiento (como ventanas flotantes especiales, barras de herramientas, capas, etc.) que no están cubiertas por los estilos estándar.

La posición y el tamaño de cada ventana se especifican en píxeles. La referencia depende del tipo de ventana: en una ventana de nivel superior, las coordenadas se miden desde la esquina superior izquierda de la pantalla; en una ventana hija, desde la esquina superior izquierda del área de cliente del padre. Las funciones WindowFromPoint, ChildWindowFromPoint y ChildWindowFromPointEx permiten localizar qué ventana se encuentra bajo una coordenada concreta.

Si una aplicación necesita que el área de cliente tenga un tamaño exacto, puede usar AdjustWindowRect o AdjustWindowRectEx para calcular el tamaño total de la ventana en función de bordes, menús y estilos. Para asegurarse de no crear ventanas más grandes que la pantalla, conviene comprobar las dimensiones máximas usando GetSystemMetrics con valores como SM_CXSCREEN, SM_CYSCREEN, o los tamaños mínimos con SM_CXMIN y SM_CYMIN.

Las ventanas se organizan jerárquicamente. Una ventana hija tiene un “padre” que define su sistema de coordenadas y su zona de recorte (la hija no puede dibujar fuera de los límites del padre). Una ventana sin padre o cuyo padre es el escritorio se considera de nivel superior. Es posible enumerar todas las ventanas de nivel superior mediante EnumWindows, que va pasando sus identificadores a una función de devolución de llamada (EnumWindowsProc).

Existe también el concepto de ventana propietaria: una ventana puede “poseer” otra, que siempre se mostrará por delante, se ocultará cuando la propietaria se minimice y se destruirá cuando se cierre la ventana dueña. Esto se usa, por ejemplo, con diálogos modales que dependen de una ventana principal.

Además del título y los estilos, una ventana puede tener asociado un menú (salvo las ventanas hijas) y, en el caso de las ventanas hijas, un identificador propio para distinguirlas (muy útil cuando se crean controles dinámicamente). Estos identificadores se fijan al crear la ventana y pueden consultarse o modificarse con GetWindowLong y SetWindowLong.

Cada aplicación tiene un identificador de instancia (handle de instancia) que el sistema entrega al arrancar. Este valor se pasa en muchas llamadas relacionadas con la creación de ventanas y recursos, y sirve para que el sistema distinga entre varias instancias de un mismo ejecutable.

Por último, al crear la ventana se pueden pasar datos de creación personalizados, que el sistema entrega al procedimiento de ventana a través de la estructura CREATESTRUCT en mensajes como WM_CREATE o WM_NCCREATE. Esto permite inicializar la ventana con parámetros específicos sin necesidad de variables globales.

Las funciones principales para crear ventanas son CreateWindow y CreateWindowEx. Internamente, la primera llama a la segunda con un estilo extendido nulo. Durante la creación, el sistema envía mensajes de “nacimiento” de la ventana: WM_NCCREATE cuando se ha generado el área no cliente y WM_CREATE al tener lista el área de cliente. En el caso de ventanas hijas, el padre recibe además WM_PARENTNOTIFY. En aplicaciones multiproceso, cada hilo puede crear sus propias ventanas y se puede enumerar las de un hilo concreto con EnumThreadWindows, obteniendo el identificador del hilo creador con GetWindowThreadProcessId. Para manipular una ventana de otro hilo, ShowWindowAsync evita bloqueos del mensaje de pintura.

El ciclo de vida de la aplicación de escritorio tradicional comienza en la función WinMain, que registra la clase de la ventana principal, crea dicha ventana con CreateWindowEx, opcionalmente se asegura de que solo exista una instancia (con CreateMutex y comprobando ERROR_ALREADY_EXISTS) y, por último, muestra la ventana mediante ShowWindow (normalmente con SW_SHOWDEFAULT) antes de entrar en el bucle de mensajes.

Configuración del sistema: Panel de control y app Configuración

Durante décadas, el Panel de control de Windows ha sido la pieza central para ajustar el sistema: desde añadir hardware hasta cambiar la resolución de pantalla, pasando por las cuentas de usuario, el firewall o las opciones de accesibilidad. Aunque en Windows 10 y 11 gran parte de sus funciones se ha ido trasladando a la app moderna “Configuración”, sigue siendo un componente clave en muchas versiones y escenarios.

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El Panel de control en versiones clásicas se abría desde el menú Inicio y en realidad es una aplicación especializada ubicada en system32, no una carpeta normal aunque se muestre como tal. Dentro, las opciones se organizan en categorías que agrupan funciones relacionadas de forma más o menos lógica.

En la categoría de Barra de tareas es posible modificar el comportamiento de la barra: mostrar o no ciertos iconos, activar el inicio rápido (en versiones antiguas), elegir estilos de apariencia, fijar o no el menú Inicio clásico (que desapareció en Windows 7), etc.

El Centro de seguridad, introducido en Windows XP SP2, se encargaba de vigilar el estado del antivirus, el firewall y las actualizaciones automáticas para minimizar riesgos ante virus y malware. En Windows 7 evolucionó hacia el “Centro de actividades” con una visión más amplia de avisos de seguridad y mantenimiento.

En el apartado de pantalla y apariencia se puede cambiar la resolución, el número de colores, el tema visual, los protectores de pantalla y diversos aspectos de carpetas y explorador. Esto incluye también opciones de carpetas que permiten mostrar u ocultar extensiones, archivos ocultos o ajustar cómo se ven las ventanas.

La categoría de Impresoras y otro hardware aglutina la configuración de dispositivos externos: impresoras, escáneres, cámaras, mandos de juego, teclados, ratones, módems, etc., permitiendo agregar nuevos dispositivos, cambiar sus propiedades o instalar controladores.

En Conexiones de red e Internet se encuentran los ajustes relacionados con tarjetas de red, conexiones por cable e inalámbricas, asistentes para crear nuevas conexiones, configuración del navegador (especialmente en versiones antiguas con Internet Explorer) y también accesos a la configuración del firewall.

La sección de Cuentas de usuario resulta clave en entornos compartidos: desde ahí se pueden crear, modificar o borrar cuentas, cambiar la foto identificativa, la contraseña, el tipo de cuenta (limitada o administrador) y activar o desactivar la cuenta de invitado para uso ocasional.

El apartado Agregar o quitar programas (rebautizado como “Programas y características” en Vista y 7) muestra la lista de software instalado, su tamaño aproximado, la frecuencia de uso y permite desinstalarlo. También ofrece acceso para agregar o quitar componentes opcionales de Windows.

En las opciones de idioma, fecha y hora se puede ajustar la zona horaria, el formato de fecha y hora, el idioma de entrada, la distribución del teclado y los sistemas de medida y moneda, permitiendo adaptar el sistema a distintos países y contextos culturales.

El bloque de Sonido, voz y audio concentra los ajustes de dispositivos de reproducción y grabación, altavoces, micrófonos, mezcladores de volumen, así como configuraciones específicas de reconocimiento de voz y otros equipos de audio avanzados.

Las Opciones de accesibilidad son esenciales para usuarios con alguna discapacidad visual, auditiva o motora. Incluyen ajustes como filtros y sonidos especiales para el teclado, avisos visuales en lugar de sonidos, aumento del contraste, ampliación de tipografías, control del ratón mediante el teclado y un largo etcétera de herramientas orientadas a mejorar la usabilidad.

Por último, las secciones de Rendimiento y mantenimiento permiten gestionar el uso de discos duros, las opciones de energía (suspensión, hibernación, apagado automático), la indexación de archivos y otros parámetros pensados para ajustar la respuesta del sistema y optimizar el hardware disponible.

Desde Windows Vista se introdujo además el Control de cuentas de usuario (UAC), que pide confirmación cuando una aplicación intenta realizar cambios importantes en el sistema. Su objetivo es evitar modificaciones silenciosas por parte de malware y dar al usuario una visión más clara de qué acciones requieren privilegios elevados.

Marcos de interfaz de usuario de Windows (WinUI, WPF, WinForms…)

Más allá de la parte clásica de ventanas y Panel de control, Microsoft mantiene varios marcos de interfaz de usuario (UI frameworks) para desarrollar aplicaciones en Windows con controles modernos, animaciones, estilos y soporte de entrada avanzada.

Entre los más relevantes se encuentran WinUI para Windows App SDK (WinUI 3), WinUI 2 para UWP, Windows Presentation Foundation (WPF) y Windows Forms (WinForms). Todos ofrecen controles, estilos, manejo de entrada y, en muchos casos, compatibilidad con varias versiones del sistema.

En una aplicación moderna se suelen combinar cinco grandes componentes: controles y estilos, manejo de entrada, soporte de dispositivos, animaciones y accesibilidad. Los controles (botones, cuadros de texto, listas, paneles, etc.) son los ladrillos básicos de la interfaz y vienen con un aspecto por defecto que se puede personalizar mediante estilos, colores, tipografías, iconos y materiales Fluent (como el efecto Acrílico transparente de WinUI).

Los métodos de entrada han ido creciendo: además del clásico ratón y el teclado, muchas apps deben responder a toque táctil, lápiz digital, mandos de juego, panel táctil, voz o incluso dispositivos específicos como Surface Dial. Los marcos modernos de UI de Microsoft ofrecen soporte integrado para estos inputs, lo que facilita mucho la vida del desarrollador.

En cuanto a dispositivos compatibles, WinUI 2 para UWP está pensado para abarcar todo el ecosistema Windows 10 (PC, tabletas, Xbox, HoloLens, Surface Hub, etc.), mientras que WinUI 3, WPF y WinForms están más centrados en PCs y portátiles. Muchos de estos frameworks requieren versiones mínimas del sistema (por ejemplo, Windows 10 1809 o superior en el caso de Windows App SDK).

Las animaciones y transiciones dan cohesión y fluidez a la experiencia. Por ejemplo, cambiar de modo claro a oscuro en una app UWP o WinUI genera una animación integrada que refuerza la sensación de pulido y coherencia con el resto del sistema.

La accesibilidad es otro pilar: los marcos modernos incluyen comportamiento de teclado bien definido, compatibilidad con lectores de pantalla, atajos y atributos accesibles para que usuarios con discapacidad puedan manejar las aplicaciones sin barreras. Además, exponen APIs para que los desarrolladores hagan accesibles también sus controles personalizados.

En la parte técnica, cada marco tiene su combinación de lenguajes y tecnologías soportadas. WinUI 3, por ejemplo, se integra con C#/.NET modernas y con C++/WinRT, mientras que WPF y WinForms se apoyan en .NET 6 o posteriores (además de .NET Framework clásico), aceptando C#, F#, VB o C++/CLI. Muchos de estos marcos son de código abierto (al menos en sus implementaciones para .NET 6+), lo que permite a la comunidad revisar y contribuir.

Para mostrar contenido web dentro de las aplicaciones, se utilizan componentes como WebView2 basado en Chromium (en el caso de WinUI 3 y progresivamente en WPF/WinForms) o el WebView clásico en UWP. Esto facilita mezclar contenido web y nativo en la misma interfaz.

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Windows como sistema operativo: historia, tipos y críticas

Windows es mucho más que sus ventanas. Es, en esencia, una familia de sistemas operativos y distribuciones software creada por Microsoft desde mediados de los 80, que abarca PCs, servidores, dispositivos empotrados e incluso, en su día, móviles.

Las primeras versiones (Windows 1.0, 2.0, 3.x) eran básicamente una capa gráfica sobre MS-DOS, que seguía siendo el verdadero sistema operativo en segundo plano. Con Windows 95, 98 y ME se integró MS-DOS en la propia plataforma en una arquitectura híbrida, manteniendo mucha compatibilidad pero con una interfaz radicalmente mejorada (aparecen la barra de tareas, el botón Inicio y el soporte Plug and Play, entre otros cambios).

En paralelo, Microsoft fue desarrollando la rama Windows NT, con un núcleo distinto pensado para entornos profesionales, más estable, seguro y escalable. Durante años convivieron dos líneas (9x para el hogar y NT para empresa), hasta que Windows XP unificó ambas en 2001 adoptando definitivamente el núcleo NT para todos los usuarios. A partir de ahí, Windows se consolidó como sistema robusto y multitarea, aunque tampoco exento de problemas y críticas.

Después de XP, llegaron Vista (con grandes cambios en seguridad y diseño pero mal recibido por su rendimiento y compatibilidad), Windows 7 (muy valorado por equilibrar estabilidad y mejoras visuales), Windows 8/8.1 (que intentó reinventar la experiencia con interfaz táctil y perdió a muchos usuarios por el camino) y Windows 10, presentado como “Windows como servicio”, con actualizaciones periódicas y menos saltos de versión. Finalmente, Windows 11 ha introducido un rediseño visual más moderno, centrado y minimalista, acompañado de (TPM 2.0, Secure Boot, procesadores recientes) que han generado bastante controversia.

A lo largo de su historia, Windows ha sido criticado por varios frentes: seguridad (especialmente antes de Windows 10), telemetría y recopilación de datos, actualizaciones poco controlables, bloatware preinstalado, integración forzosa de ciertos servicios y navegador, así como por decisiones de diseño poco populares en algunas versiones.

Microsoft ha ido endureciendo las medidas de seguridad con herramientas como Windows Defender, cortafuegos integrado, aislamiento del núcleo, BitLocker y políticas de hardware seguro, pero el hecho de ser el sistema dominante en el escritorio lo convierte en objetivo prioritario de ciberdelincuentes. Del mismo modo, la política de actualización automática ha mejorado mucho la rapidez con la que se corrigen vulnerabilidades, aunque a veces a costa de reinicios inoportunos o errores introducidos por parches defectuosos.

La cuestión de la privacidad y la telemetría también ha levantado ampollas: incluso reduciendo al mínimo las opciones de recopilación de datos, cierta información diagnóstica sigue enviándose a Microsoft, lo que genera desconfianza en parte de la comunidad más preocupada por la privacidad.

En versiones antiguas como Windows 9x, el modelo de seguridad era muy básico: prácticamente no había separación real de privilegios entre usuarios, el primer megabyte de memoria no estaba protegido y un fallo en una aplicación podía bloquear todo el sistema. Estas debilidades se han mitigado con el paso a NT, la introducción de AGDLP en permisos de sistema de archivos y mecanismos como BitLocker para proteger datos aun en caso de robo físico del disco.

Qué es un sistema operativo y tipos principales

Al margen de Windows, es importante entender qué es exactamente un sistema operativo (SO) y qué tipos existen. Un SO es el software que se sitúa entre el hardware (CPU, memoria, discos, periféricos) y las aplicaciones, proporcionando una abstracción de bajo nivel para que estas puedan ejecutarse sin preocuparse de los detalles físicos de la máquina.

Entre sus funciones clave destacan: gestionar la memoria, repartir el tiempo de CPU entre procesos, administrar el almacenamiento, coordinar los dispositivos de entrada/salida, ofrecer una interfaz al usuario y proporcionar seguridad y control de acceso. Sin un SO, el ordenador sería prácticamente inutilizable para el usuario común.

En la práctica, diferenciamos varios grandes grupos de sistemas operativos. Están los SO de escritorio (Windows, macOS, distribuciones Linux orientadas a usuario final, ChromeOS), que ofrecen interfaz gráfica completa y todo un ecosistema de aplicaciones de productividad, ocio y creación.

Por otra parte están los SO móviles, como Android o iOS, optimizados para pantallas táctiles, consumo eficiente de energía, conectividad y uso intensivo de sensores y cámaras. Aunque comparten conceptos con los de escritorio, su experiencia de usuario y arquitectura están adaptadas al uso portátil.

En el mundo profesional encontramos los SO para servidores (Windows Server, distintas variantes de Linux y Unix), pensados para ejecutar servicios 24/7, atender a múltiples clientes simultáneamente y priorizar estabilidad, seguridad y capacidad de administración remota, generalmente con menos peso en la parte gráfica.

Finalmente, tenemos los SO embebidos, que se ejecutan en dispositivos específicos (routers, electrodomésticos, sistemas industriales, IoT…). Suelen ser versiones reducidas y especializadas, con poco consumo de recursos y diseñadas para hacer muy bien unas pocas tareas concretas.

En cuanto al diseño interno, muchas plataformas derivan o se inspiran en Unix (macOS, Linux, ChromeOS), con una arquitectura modular y modelos de permisos robustos, mientras que Windows sigue su propia línea basada inicialmente en MS-DOS y después en la familia NT. Existen proyectos como ReactOS que buscan replicar la compatibilidad de Windows mediante desarrollo abierto y desde cero.

Además, los sistemas operativos se diferencian por la compatibilidad de software y hardware, nivel de personalización, enfoque de seguridad, rendimiento según recursos, modelo de licencias y coste. Windows destaca por la compatibilidad masiva con programas y juegos, macOS por su integración con el ecosistema Apple, Linux por su libertad y flexibilidad, y ChromeOS por su simplicidad y ligereza orientada al uso en la nube.

La elección de un sistema u otro depende del perfil del usuario: hogar, desarrollo, gaming, entorno corporativo o educativo. Por ejemplo, Windows sigue siendo el rey para jugar y para aplicaciones comerciales, macOS brilla en diseño y producción audiovisual, Linux arrasa en servidores y entornos técnicos, y ChromeOS encaja muy bien en centros educativos y usuarios que viven en el navegador.

Conocer cómo se estructura la sección de Windows en tecnología —sus ventanas, herramientas de configuración, marcos de UI, arquitectura y relación con otros sistemas operativos— permite tomar decisiones más informadas, aprovechar mejor el hardware disponible y entender por qué determinadas apps funcionan (o fallan) como lo hacen en el día a día.

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