- Microsoft publica una guía oficial con requisitos de CPU, GPU, RAM y SSD para jugar en Windows 11 según resolución y calidad gráfica.
- Se definen tres escalones: entrada (1080p), gama media (1440p) y alta (4K), con modelos concretos de procesadores y tarjetas gráficas.
- La compañía aconseja al menos 16 GB de RAM, SSD NVMe de 1 TB o más y aprovecha tecnologías como Modo Juego y DirectStorage.
- Las recomendaciones se centran en hardware moderno y dejan fuera muchos equipos antiguos que aún rinden bien para gaming.

En los últimos meses Windows 11 se ha colocado en el punto de mira de los jugadores de PC, no solo por la apuesta de Microsoft por la IA, sino también por la presión que ejercen alternativas como SteamOS. En este contexto, la compañía ha decidido mover ficha y ha publicado una guía oficial con los requisitos de hardware recomendados para jugar con diferentes calidades gráficas en su sistema operativo.
Esta guía no es exactamente una lista clásica de mínimos y recomendados, sino más bien una hoja de ruta sobre qué tipo de PC considera Microsoft “adecuado” para jugar bien en Windows 11. El documento detalla procesadores, tarjetas gráficas, memoria RAM, almacenamiento y hasta aspectos de monitor y configuración de software, con un enfoque claramente puesto en equipos modernos y tecnologías recientes, algo que deja en segundo plano a bastante hardware todavía perfectamente funcional.
Qué hardware recomienda Microsoft para jugar en Windows 11
La compañía con sede en Redmond ha decidido simplificar el panorama agrupando sus sugerencias en tres niveles de experiencia gaming: entrada, gama media y gama alta o 4K. Cada escalón se asocia a una resolución concreta y a unos ajustes gráficos orientativos, además de a una combinación específica de CPU y GPU.
Según la guía, si quieres un PC para jugar de forma fluida en Windows 11 más allá del típico uso ofimático o multimedia, lo razonable es partir de un procesador actual de varios núcleos y de una tarjeta gráfica dedicada. Microsoft da nombres y apellidos de modelos que se venden en España y en el resto de Europa, algo útil si estás pensando en montar o actualizar tu equipo.
Conviene tener en cuenta que estas no son cifras absolutas ni limitantes: hay CPUs y GPUs más antiguas capaces de ofrecer buenos resultados, sobre todo si ajustas opciones gráficas o aprovechas tecnologías como DLSS o FSR. Sin embargo, la intención de Microsoft es marcar una referencia práctica para quien quiera hacerse un PC «nuevo» pensando en Windows 11 a medio plazo.

Niveles de experiencia: entrada, gama media y 4K
El primer peldaño es el llamado gaming de entrada, orientado a usuarios que quieran disfrutar de sus juegos en 1080p con ajustes gráficos medios. Aquí, Microsoft pide al menos un procesador moderno de cuatro núcleos y ocho hilos, como un AMD Ryzen 5 5600 o un Intel Core i5-12400, acompañados de una GPU del rango de una NVIDIA GTX 1660 Super o una AMD Radeon RX 6600.
Para quienes aspiren a algo más ambicioso, el segundo nivel se centra en el gaming de gama media, pensado para jugar a 1440p con ajustes altos. En este contexto, la guía habla ya de procesadores de seis núcleos o más, como el Ryzen 5 7600 o el Intel Core i5-13600K, y de tarjetas gráficas que se muevan entre una GeForce RTX 3060 Ti / RTX 4060 Ti y una Radeon RX 6700 XT.
En la parte alta de la tabla aparece el escenario de gaming 4K con calidad elevada, donde el listón sube de forma clara. Microsoft señala como referencia CPUs de ocho núcleos y dieciséis hilos, por ejemplo un AMD Ryzen 7 7800X3D o un Intel Core i7-13700K, con GPUs de gama alta como la NVIDIA GeForce RTX 4080 o la AMD Radeon RX 7900 XTX, que están pensadas para mover resoluciones altas con margen.
No obstante, los propios datos que maneja la industria apuntan a que a medida que subes de resolución, la dependencia de la CPU se reduce y es la gráfica la que marca casi todo el rendimiento. Por eso, hay quien considera que las exigencias de Microsoft en procesadores son algo optimistas, sobre todo para 4K, donde el salto entre un chip de gama media y uno de gama entusiasta no siempre se traduce en grandes diferencias de fotogramas.
En cualquier caso, el mensaje que transmite la guía es claro: Windows 11 está diseñado pensando en hardware reciente, tanto en procesadores como en gráficas, y se apoya de forma intensiva en las últimas versiones de DirectX y en tecnologías de almacenamiento rápido para ofrecer tiempos de carga reducidos y una experiencia más suave.
CPU y GPU: cómo entiende Microsoft el equilibrio del equipo
En el apartado dedicado al procesador, la compañía explica que la CPU actúa como el “cerebro” del juego, encargándose de la lógica de las partidas, los cálculos de física, la inteligencia artificial de los enemigos y todas las tareas del sistema que se ejecutan en segundo plano mientras juegas. Desde su punto de vista, un procesador potente ayuda a minimizar tirones y caídas de rendimiento en escenas complicadas.
Por su parte, la GPU se define como el “músculo” gráfico del PC. Microsoft diferencia entre gráficas integradas, que comparten memoria con el sistema y están más limitadas, y tarjetas dedicadas con su propia VRAM, mucho más adecuadas para juegos actuales. Es aquí donde la compañía pone el foco cuando habla de tasas de refresco altas y de mantener un número de fotogramas por segundo estable.
Aunque la guía menciona modelos recientes, también reconoce que hay arquitecturas previas que siguen siendo perfectamente válidas. Es el caso de generaciones como Zen 2 y Zen 3 en AMD, presentes en procesadores de sobremesa y también en consolas como PS5 y Xbox Series X|S, que continúan moviendo títulos modernos con solvencia siempre que la tarjeta gráfica acompañe.
Un punto llamativo es la insistencia en combinar bien el rendimiento de la GPU con las características del monitor. Microsoft asegura que no tiene demasiado sentido buscar 240 fps si tu pantalla está limitada a 144 Hz, y aconseja destinar parte del presupuesto a un SSD más rápido o a una refrigeración mejor antes que a una gráfica desproporcionada respecto al monitor.
Esta afirmación ha generado cierto debate, porque una tarjeta gráfica sobrada de potencia no solo sirve para subir los fps: también permite mejorar la calidad gráfica, activar más efectos o aumentar la resolución manteniendo una experiencia fluida. Aun así, la idea de fondo de la guía es evitar configuraciones desequilibradas en las que un componente quede claramente desaprovechado.
Monitor: tasa de refresco, tipos de panel y tiempo de respuesta
Además del interior del PC, la guía de Microsoft dedica un apartado específico al monitor, un elemento clave en la experiencia de juego y que muchas veces se deja en segundo plano al hacer números para un nuevo equipo. Aquí la compañía se centra en tres aspectos: tasa de refresco, tiempo de respuesta y tipo de panel.
En cuanto a la tasa de refresco, se indica que un monitor de 144 Hz supone una base sólida para jugar con fluidez, mientras que pantallas con 165 Hz o hasta 240 Hz empiezan a cobrar sentido para shooters competitivos o juegos de acción muy rápida, donde cada milisegundo puede marcar la diferencia.
Respecto al tiempo de respuesta, se señalan como ideales valores entre 1 y 3 milisegundos, que ayudan a reducir el ghosting y el desenfoque de movimiento en escenas intensas. No es el único factor que determina la calidad del monitor, pero sí uno relevante cuando hablamos de títulos donde la rapidez visual importa.
En el terreno de los tipos de panel, Microsoft resume las opciones más habituales: los IPS, con buenos colores y amplios ángulos de visión; los VA, con mejor contraste y negros más profundos a costa de una respuesta algo más lenta; y los OLED, que ofrecen negros puros, un contraste sobresaliente y tiempos de respuesta casi instantáneos, aunque con un precio sensiblemente más alto.
En general, la compañía sugiere escoger un monitor equilibrado en función del tipo de juegos que más sueles disfrutar. No es lo mismo priorizar la fidelidad de color para títulos narrativos o de aventura que buscar la máxima rapidez para competir online, y la guía anima a tener estas diferencias claras antes de invertir.
RAM y almacenamiento: la base silenciosa del rendimiento
La memoria RAM y el disco donde instalas el sistema y los juegos son otro de los grandes pilares del rendimiento en Windows 11. En este punto, Microsoft afirma que 16 GB de RAM deberían ser suficientes para la mayoría de jugadores, mientras que quienes quieran ir más holgados, usar mods muy pesados o hacer multitarea intensiva mientras juegan deberían plantearse los 32 GB como objetivo.
La guía también recuerda que es preferible optar por configuraciones de doble canal, por ejemplo 2 x 8 GB o 2 x 16 GB, en lugar de un único módulo de mayor capacidad. De este modo se aprovecha mejor el ancho de banda disponible y se puede arañar un extra de rendimiento, algo especialmente apreciable en algunas combinaciones de CPU y GPU.
En cuanto al almacenamiento, Windows 11 está claramente orientado al uso de SSD, y más concretamente a unidades NVMe, capaces de ofrecer tasas de lectura y escritura muy altas. Microsoft sugiere partir de un SSD de al menos 1 TB si quieres mantener una biblioteca de juegos amplia sin estar desinstalando y reinstalando constantemente, algo que muchos jugadores de PC en España y Europa ya asumen como casi obligatorio.
Además, la compañía subraya la importancia de DirectStorage, una tecnología que permite que la GPU acceda directamente a los datos del juego almacenados en el SSD NVMe, sin tener que pasar primero por la CPU. Esto se traduce en tiempos de carga notablemente más rápidos y en transiciones más suaves en mundos abiertos grandes y detallados.
De fondo está la realidad de que el tamaño de los juegos actuales se ha disparado, y que tanto Windows 11 como los títulos AAA de última hornada están diseñados pensando ya en este tipo de almacenamiento rápido. Aunque un SSD SATA sigue siendo una opción válida, la guía deja claro que, si tu presupuesto lo permite, el salto a NVMe es lo más alineado con el futuro inmediato del gaming en PC.
Consejos de optimización y Modo Juego en Windows 11
Más allá de la lista de componentes, Microsoft aprovecha la guía para hablar de algunas herramientas de software integradas en Windows 11 que, en teoría, ayudan a exprimir un poco más el rendimiento sin necesidad de cambiar hardware. Una de las más conocidas es el Modo Juego, presente desde versiones anteriores pero mejor integrado en el sistema actual.
Según explica la compañía, el Modo Juego prioriza automáticamente las tareas relacionadas con los videojuegos, reduciendo la actividad en segundo plano y asignando más recursos de CPU y GPU al título que está en ejecución. Esto debería contribuir a mantener unas tasas de fotogramas más estables y a minimizar tirones cuando el sistema está bajo carga.
La guía también menciona recomendaciones más clásicas, como vigilar el flujo de aire dentro de la caja del PC, organizar bien el cableado interno y realizar limpiezas periódicas de ventiladores y filtros. Un equipo que refrigera mejor no solo rinde más, sino que además sufre menos con el paso del tiempo y es menos propenso a apagones o bajadas bruscas de rendimiento por sobrecalentamiento.
Otro punto en el que insiste Microsoft es en ajustar la configuración gráfica en función del monitor que tengas. Aunque el documento habla mucho de fps y de altas tasas de refresco, la realidad es que para géneros como aventuras, rol, estrategia o puzles, muchos usuarios están más cómodos priorizando resolución y calidad visual frente a una obsesión por exprimir cada fotograma.
En definitiva, la guía oficial plantea una serie de ajustes y recomendaciones de uso que, combinados con un hardware acorde, buscan asegurar que Windows 11 ofrezca una experiencia de juego lo más estable y predecible posible, tanto para la comunidad más casual como para quienes dedican muchas horas semanales al gaming en PC.
Con todo este conjunto de sugerencias, Microsoft deja bastante clara su visión de lo que debe ser un PC preparado para jugar en Windows 11: un equipo con procesador y gráfica modernos, al menos 16 GB de RAM, SSD NVMe de 1 TB o más, un monitor adecuado al tipo de juegos que prefieres y algunas funciones del propio sistema bien configuradas. Aunque muchos ordenadores más antiguos siguen siendo capaces de mover títulos actuales con buen rendimiento, la guía sirve como referencia útil si estás valorando actualizar tu máquina o montar un nuevo PC de sobremesa pensado para los próximos años.