Actualidad en domótica: tendencias, retos y oportunidades

Última actualización: diciembre 5, 2025
Autor: Isaac
  • La domótica actual combina confort, seguridad y eficiencia energética mediante sensores, automatización y control remoto desde el móvil.
  • Los principales retos del sector son la interoperabilidad entre marcas, la dependencia de la nube y la necesidad de un diseño centrado en el usuario.
  • Estándares como KNX IoT y Matter, junto con la IA, impulsan sistemas más abiertos, predictivos y sostenibles en viviendas y edificios.
  • El asesoramiento profesional permite adaptar estas tecnologías a cada proyecto, maximizando el ahorro y la revalorización de la propiedad.

Actualidad en domótica

La domótica está viviendo un momento muy dulce en España: cada invierno encendemos antes la calefacción, los precios de la energía no dan tregua y, al mismo tiempo, cada vez hay más soluciones inteligentes para controlar la casa desde el móvil. Lo que antes sonaba a ciencia ficción —encender luces con la voz, ajustar la temperatura por habitación o ver qué pasa en casa desde el trabajo— hoy es algo al alcance de casi cualquiera y con opciones para casi todos los bolsillos.

Al mismo tiempo, la “actualidad en domótica” no va solo de gadgets llamativos: detrás hay un cambio de fondo en cómo se diseñan las viviendas nuevas, cómo se rehabilitan las antiguas y cómo grandes marcas tecnológicas están apostando por la interoperabilidad, la inteligencia artificial y la eficiencia energética. Vamos a repasar con detalle dónde estamos, qué tecnologías marcan tendencia, qué problemas reales resuelven… y también las limitaciones que casi nadie cuenta, como la dependencia de la nube.

Domótica hoy: hogares conectados, cómodos y eficientes

Cada año, un porcentaje mayor de viviendas en España se convierten en “casas inteligentes”. Se estima que más de un 20% de los hogares ya cuentan con algún sistema domótico, y el interés no deja de crecer: alrededor del 82% de los españoles se plantea instalar dispositivos inteligentes, como sensores, termostatos o centrales de gestión, en los próximos años.

Esta expansión se debe en parte a que muchas promociones de obra nueva ya integran domótica de serie, y a que en las rehabilitaciones energéticas de viviendas antiguas se están incorporando soluciones de automatización y control. No se trata solo de poner una app bonita: la domótica actual está muy ligada al ahorro energético, al confort, a la seguridad y a la revalorización del inmueble.

Gracias a estos sistemas, podemos controlar desde el móvil elementos tan diversos como la iluminación, la alarma, la calefacción o el aire acondicionado. Lo interesante es que la tecnología ha dado un salto: ya no se limita a encender o apagar cosas a distancia, sino que puede aprender de nuestros hábitos, ajustar consumos de manera automática y coordinar varios equipos para que trabajen juntos con la máxima eficiencia.

En el contexto actual de precios de la energía elevados, esa inteligencia aplicada al consumo tiene un impacto directo en el bolsillo. Organismos como el IDAE apuntan a ahorros potenciales muy relevantes: hasta un 39% en calefacción, cerca de un 27% en agua caliente sanitaria, un 9% en iluminación y alrededor de un 2% en aire acondicionado, dependiendo del tipo de vivienda y del grado de automatización.

¿Qué es exactamente una casa domótica?

Cuando hablamos de vivienda domótica o smart home, nos referimos a casas equipadas con sistemas tecnológicos capaces de automatizar, supervisar y controlar funciones del hogar. Al principio, estos sistemas se centraban en cosas básicas, como temporizar luces o subir persianas, pero hoy abarcan mucho más: calidad del aire, climatización por zonas, gestión energética avanzada o integración con sistemas de seguridad y comunicación.

Una casa inteligente moderna suele combinar tres grandes pilares: automatización de tareas repetitivas, control remoto desde cualquier lugar y cierta “capacidad de aprendizaje” de los hábitos de quienes viven en ella. Con eso se consigue que el hogar se adapte a las rutinas: temperaturas diferentes en cada habitación, escenas de iluminación, simulación de presencia, etc.

En la práctica, una vivienda domótica está llena de pequeños dispositivos conectados: sensores, actuadores, cámaras, termostatos, motores para persianas o toldos, cerraduras electrónicas, detectores de humo o de agua, altavoces inteligentes… Todos ellos se coordinan mediante un sistema central o un conjunto de pasarelas que hablan entre sí a través de distintos protocolos.

El resultado es un entorno en el que la tecnología “desaparece” en segundo plano, porque deja de ser un conjunto de aparatos aislados para convertirse en un sistema integrado que responde a lo que pasa en la vivienda y a lo que deciden los usuarios desde el móvil o por voz.

En el mercado existen soluciones completas como iDomus de Orkli, que integran desde la conexión de bus (como ZBUS) hasta la unidad central de control y los termostatos de cada estancia. En este tipo de sistemas, la climatización se puede zonificar con mucha precisión y se incorporan pantallas táctiles inteligentes (SmartScreen) que hacen de interfaz principal para manejar todo: calefacción, persianas, luces, ventilación, vídeoportero o alarmas.

Cómo funciona un sistema domótico actual

Todo sistema de domótica, por sofisticado que parezca, se basa en una arquitectura relativamente sencilla de entender. Suele haber tres elementos que se repiten en cualquier instalación, desde la más básica hasta la más avanzada.

Por un lado están los sensores, que recopilan información del entorno: temperatura, humedad, luminosidad, presencia o movimiento, apertura de puertas y ventanas, consumo eléctrico, detección de agua o humo, entre otros. Son los “ojos y oídos” del sistema, y pueden estar integrados en enchufes, termostatos, detectores específicos o dispositivos combinados.

En el centro nos encontramos con el cerebro o controlador, que procesa esos datos y toma decisiones. Puede ser una central física instalada en el cuadro eléctrico, un servidor domótico, un panel de control mural o incluso, en soluciones más sencillas, un hub conectado al router. A través de redes como WiFi, Zigbee, Z-Wave, KNX, ZBUS u otras, se comunica con todos los dispositivos.

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Por último está la capa de control por parte del usuario, normalmente mediante una aplicación móvil o una interfaz web, además de paneles táctiles en las paredes. Desde ahí se visualiza el estado de la casa, se cambian horarios, se crean escenas (por ejemplo, “modo cine” que baja persianas, ajusta luces y enciende el equipo de sonido) o se consultan alarmas y consumos. La configuración de estos dispositivos en apps como Google Home es una práctica habitual para integrarlos en un único control.

Un punto clave de la domótica moderna es que cada vez se recurre más a servicios en la nube para procesar información, almacenar configuraciones y habilitar el acceso remoto desde fuera de casa. Esto permite funciones muy potentes, pero también genera una dependencia que conviene tener en cuenta.

Termostatos inteligentes y el problema oculto de la nube

En invierno, muchos hogares españoles dependen de termostatos inteligentes de marcas como Netatmo o tadoº para optimizar la calefacción. Estos dispositivos han ganado popularidad porque permiten programar la temperatura por horarios y zonas, acceder desde el móvil y, muy importante, integrar válvulas termostáticas en cada radiador para calentar solo las estancias necesarias.

Este enfoque de zonificación fina hace que se pueda tener, por ejemplo, el salón a una temperatura más alta que el dormitorio, o apagar por completo habitaciones que no se usan a diario. Bien configurado, el ahorro en calefacción puede ser significativo, reduciendo tanto la factura como el impacto ambiental de la vivienda.

Sin embargo, hay un aspecto del que casi nadie habla: la enorme dependencia de muchos de estos dispositivos con la nube. En algunos modelos, si se cae la conexión a Internet o el proveedor de servicios en la nube sufre una incidencia, el usuario puede encontrarse con que no puede cambiar la programación, modificar temperaturas desde fuera de casa o, directamente, acceder al termostato desde la app.

Aunque lo habitual es que el control básico local (encender/apagar la caldera o mantener una consigna de temperatura) siga funcionando, las funciones “inteligentes” y la capacidad de reacción ante imprevistos pueden quedar muy limitadas en caso de fallo de la nube. Es un peaje importante de muchos sistemas plug and play que conviene valorar al elegir solución.

Para minimizar estos riesgos, algunas marcas y plataformas más orientadas a la integración profesional apuestan por el control local prioritario, dejando la nube solo para el acceso remoto o actualizaciones. Es uno de los grandes debates actuales del sector: hasta qué punto delegar la lógica de la vivienda en servidores externos frente a mantenerla dentro de la propia casa.

Ventajas de una casa inteligente bien planteada

Cuando se diseña bien, una instalación domótica aporta beneficios claros a nivel de confort, seguridad, ahorro y accesibilidad. No se trata solo de tener “juguetes” tecnológicos, sino de mejorar la vida diaria de forma tangible.

En primer lugar, el confort aumenta porque se automatizan tareas rutinarias: encender luces al llegar a casa, subir o bajar persianas según la hora del día o la incidencia del sol, ajustar la climatización sin tener que tocar continuamente el termostato, o preparar un ambiente concreto para ver una película o para trabajar.

La seguridad es otro pilar fuerte: los sistemas actuales permiten monitorizar en tiempo real lo que ocurre en la vivienda, recibir avisos en el móvil ante detección de movimiento, apertura forzada de puertas o ventanas, presencia de humo o escapes de agua, e incluso activar respuestas automáticas (encender luces, cerrar una electroválvula, disparar una sirena, etc.).

En cuanto al control total, la integración de todos los subsistemas en una única app o interfaz hace que sea mucho más sencillo gestionar la vivienda, tanto desde dentro como desde fuera. Esto es especialmente útil para segundas residencias, oficinas, pequeños negocios o viviendas de alquiler turístico en las que se necesita supervisión constante.

Además, las soluciones de accesibilidad se benefician muchísimo de la domótica: comandos de voz para personas con movilidad reducida, automatizaciones que eliminan tareas físicas repetitivas y sistemas adaptados a las capacidades de cada usuario pueden marcar una gran diferencia en el día a día de muchas personas.

Todo ello se traduce también en un aumento del valor de mercado de la propiedad, ya que una vivienda eficiente, segura y bien equipada tecnológicamente resulta más atractiva para potenciales compradores o inquilinos.

Últimos avances y tendencias en domótica doméstica

La domótica ha dejado de ser un lujo reservado a mansiones futuristas para convertirse en una realidad asequible y modular que se puede ir ampliando poco a poco. Las soluciones actuales se adaptan prácticamente a cualquier presupuesto, desde bombillas inteligentes económicas hasta sistemas integrales de control para viviendas, oficinas, hoteles o edificios completos.

Lo que hace unos años era “la casa del futuro” —luces que se encienden al entrar, persianas que siguen al sol, electrodomésticos preparados para cuando llegas— hoy está perfectamente al alcance de cualquier reforma bien planteada. Los últimos desarrollos del sector apuntan a una integración cada vez mayor entre confort, diseño y eficiencia energética.

En este contexto aparece con fuerza el llamado Internet de las Cosas (IoT), que conecta objetos cotidianos a Internet y hace posible que se comuniquen entre sí. Altavoces inteligentes como Alexa, Google Assistant o Siri se han colado en los hogares y, cuando se integran con sistemas domóticos, permiten manejar gran parte de la casa mediante la voz.

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La clave del IoT aplicado al hogar es que no solo se reciben órdenes de los usuarios, sino que los dispositivos intercambian datos para tomar decisiones automáticas. Por ejemplo, un sensor de luminosidad puede indicar a la central que suba persianas y atenúe luces, o el sistema de calefacción puede adaptarse según la ocupación real de cada estancia.

Esta evolución hace que ya no hablemos solo de domotizar una vivienda, sino de pensar la casa como un ecosistema tecnológico coherente que nos acompañe con naturalidad en nuestro día a día, sin obligarnos a aprender cien apps distintas ni a pelear con configuraciones complicadas.

ISE 2025: novedades que marcan el rumbo de la domótica

Uno de los escaparates más importantes para medir la actualidad en domótica es el Integrated Systems Europe (ISE), celebrado en Barcelona. La edición de 2025 ha batido récords con más de 85.000 visitantes únicos y 1.605 empresas expositoras, consolidándose como referente mundial en tecnologías audiovisuales, automatización e integración de sistemas.

Profesionales del sector, como el equipo de Domonova y su CEO Pedro Núñez, han acudido para tomar el pulso a las innovaciones que llegarán a viviendas, oficinas y smart buildings en los próximos años. Allí se ha visto muy claro hacia dónde se dirige la domótica: más interoperabilidad, más inteligencia artificial, más eficiencia energética y más foco en la experiencia de usuario.

En la feria se han presentado soluciones pensadas para hacer la vida más fácil tanto a los integradores como a los usuarios finales: sistemas que hablan entre sí sin importar el fabricante, plataformas capaces de aprender de los hábitos de los ocupantes y tecnologías que priorizan el ahorro de energía sin renunciar al confort.

Además, se ha puesto especial énfasis en la monitorización avanzada de consumos y emisiones de CO2, la seguridad con videovigilancia inteligente y la creación de experiencias inmersivas en el hogar mediante luz, sonido e interfaces táctiles personalizadas.

Interoperabilidad: el gran reto de unir dispositivos y protocolos

Uno de los problemas históricos de la domótica ha sido que cada fabricante “iba por libre” con su propio protocolo o ecosistema cerrado, lo que complicaba mucho mezclar productos de distintas marcas. ISE 2025 ha mostrado un empujón importante hacia entornos abiertos e interoperables.

La KNX Association, por ejemplo, ha dado protagonismo a KNX IoT, una evolución que facilita la integración de dispositivos KNX con el mundo IP y con otros sistemas de smart home y smart building. Esto permite que los equipos tradicionales de control de edificios se entiendan mejor con soluciones residenciales conectadas a Internet.

Por otro lado, Matter —el estándar de conectividad impulsado por gigantes como Google, Apple y Amazon— ha tenido presencia destacada en la feria. Su objetivo es unificar la comunicación entre dispositivos inteligentes de diferentes fabricantes, para que bombillas, enchufes, sensores o cerraduras puedan hablar el mismo “idioma” básico independientemente de la marca.

La consecuencia de este avance en estándares abiertos es que instalar, ampliar o mantener un sistema domótico será cada vez menos dependiente de un único proveedor. Esto da más libertad al usuario y al profesional, reduce el riesgo de quedar atrapado en un ecosistema cerrado y facilita que la casa crezca tecnológicamente con el tiempo.

En conjunto, se está consolidando una tendencia muy clara: la domótica del futuro inmediato será un puzzle en el que las piezas encajen mejor entre sí, en lugar de islas tecnológicas difíciles de hacer convivir.

Inteligencia artificial y automatización avanzada

La inteligencia artificial ha dejado de ser un concepto abstracto para convertirse en una herramienta concreta aplicada a la domótica. En ISE 2025 se han mostrado varias soluciones que utilizan IA para aprender del comportamiento de los usuarios y de las condiciones externas.

Un ejemplo es el sistema de automatización predictiva de Control4, diseñado para ajustar iluminación, climatización y seguridad según los patrones de uso del hogar y variables como la meteorología, la hora del día o la presencia de personas.

Crestron, otro actor clave en el mercado profesional, ha incorporado modelos de IA en sus sistemas de control para mejorar la respuesta de los dispositivos en función de la actividad detectada en cada espacio. Así, la casa o el edificio se adapta de manera casi automática, sin necesidad de programar al detalle cada evento.

Este tipo de automatización inteligente apunta a un escenario en el que los usuarios configuran cada vez menos reglas manuales y se apoyan más en sistemas que “aprenden” con el tiempo. El objetivo es que la domótica pase de ser algo que hay que programar continuamente a un asistente silencioso que anticipa necesidades.

Aun así, sigue siendo fundamental que el usuario mantenga el control y pueda intervenir fácilmente cuando lo necesite, además de contar con modos sencillos para desactivar o matizar estas automatizaciones si no encajan con sus preferencias.

Sostenibilidad, eficiencia y control del consumo

En un contexto de preocupación climática y costes energéticos elevados, la sostenibilidad y la eficiencia se han convertido en ejes centrales de la domótica actual. Muchos de los avances presentados se orientan a reducir al máximo el consumo sin renunciar al confort.

Marcas como Ekey Biometric Systems han mostrado integraciones de cerraduras inteligentes con sensores de consumo energético, lo que permite ajustar ciertos parámetros del hogar en función de quién entra o sale, y optimizar recursos cuando la vivienda está vacía.

Basalte ha presentado sistemas que coordinan climatización y persianas automatizadas, ajustando el uso de calefacción o aire acondicionado en función de la temperatura exterior y la ocupación real. Se aprovecha mejor la inercia térmica del edificio y la radiación solar para reducir el uso de equipos mecánicos.

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En el ámbito de la iluminación destacan soluciones de Lutron y KNX que modulan intensidad y temperatura de color según la luz natural disponible. Con ello se reduce significativamente el consumo innecesario, a la vez que se mantiene un ambiente agradable y se mejora el bienestar visual.

Además, los sistemas de control de consumo y CO2 permiten ver en tiempo real qué dispositivos están gastando más energía, detectar comportamientos anómalos (por ejemplo, un electrodoméstico defectuoso) y tomar decisiones informadas para reducir la factura y las emisiones. Para ello, muchas instalaciones recurren a dispositivos que miden consumo por enchufe, como los guías sobre enchufes inteligentes.

Esta combinación de medición detallada y automatización inteligente hace que la domótica sea una aliada clave en la transición hacia hogares y edificios más sostenibles, alineados con las exigencias regulatorias y con la creciente sensibilidad ambiental de los usuarios.

Seguridad avanzada y monitorización inteligente

La seguridad siempre ha sido una de las grandes motivaciones para instalar domótica, pero las soluciones actuales van mucho más allá de las alarmas tradicionales. En la feria se han visto sistemas que combinan videovigilancia, análisis de imagen con IA y control completo de accesos.

Fabricantes como Mobotix y Dahua han presentado cámaras de seguridad capaces de diferenciar entre movimientos sospechosos y actividad normal, reduciendo las molestas falsas alarmas que terminan por desensibilizar al usuario.

Ajax Systems, por su parte, ha lanzado un sistema de seguridad perimetral con integración domótica capaz de activar alarmas, bloquear accesos, encender luces o enviar notificaciones automáticas al detectar actividad extraña en el entorno de la vivienda.

Somfy se orienta a que los usuarios puedan gestionar toda la seguridad desde una única plataforma conectada, unificando control de persianas, puertas, sensores y cámaras para simplificar la experiencia.

La gran ventaja de estas soluciones integradas es que la casa puede reaccionar de forma coordinada ante un evento de seguridad, en lugar de limitarse a hacer sonar una sirena. Se pueden crear escenas específicas de emergencia que disuadan intrusos y, al mismo tiempo, faciliten la actuación rápida de los ocupantes.

Experiencias inmersivas: audio, vídeo e iluminación inteligente

Más allá de la funcionalidad pura, la domótica actual busca también crear experiencias inmersivas y personalizadas, donde sonido, luz y vídeo trabajen en conjunto para adaptarse al momento.

Marcas como Sonos y Bang & Olufsen han presentado soluciones de sonido adaptativo que ajustan la ecualización según la acústica de la sala, el tipo de contenido (música, cine, juegos) y hasta la posición de los oyentes.

Gira ha lanzado interfaces táctiles personalizables para controlar toda la domótica desde un único punto, con pantallas que se adaptan a las necesidades de cada usuario y permiten crear accesos directos a escenas o funciones críticas.

En la parte de iluminación, gigantes como LG y Samsung han mostrado sistemas LED dinámicos capaces de cambiar color e intensidad en función del estado de ánimo o la actividad. De este modo, la casa se convierte en un espacio capaz de acompañar tanto momentos de trabajo como de relax o entretenimiento.

Combinando estas tecnologías con automatizaciones bien pensadas, es posible recrear en casa una auténtica experiencia de “cine”: bajada de persianas, ajuste de luz, calibración de sonido, conexión a plataformas de streaming y control total desde el sofá con el móvil o un mando avanzado.

Asesoramiento profesional y retos a la hora de domotizar

Aunque muchas soluciones domóticas actuales son fáciles de instalar, plantear una casa realmente inteligente requiere planificación y, en muchos casos, asesoramiento profesional. Las reformas asustan porque implican obra, tiempo y decisiones técnicas que no siempre son evidentes.

Contar con un equipo experto —como los integradores con más de 15 o 20 años de experiencia en viviendas, oficinas, hoteles o negocios— marca la diferencia entre tener “aparatos conectados” y un sistema domótico bien resuelto. Un buen profesional sabrá qué protocolo conviene, cómo cablear, qué puede ir inalámbrico y cómo dejar preparada la vivienda para crecer en el futuro.

Estos especialistas están acostumbrados a adaptar las últimas soluciones domóticas a cada proyecto y presupuesto, encontrando el equilibrio entre funcionalidad, coste, mantenimiento y facilidad de uso. Desde un pequeño piso urbano hasta un edificio completo, la lógica de diseño debe ajustarse a cada caso.

Si se está pensando en dar el salto a la casa inteligente, es recomendable hacer primero un buen estudio de necesidades: qué se quiere automatizar, qué prioridad tienen el ahorro, la seguridad o el confort, qué sistemas ya existen en la vivienda y cómo se integrarán con los nuevos.

Una vez definidos los objetivos, es mucho más sencillo escoger tecnologías, marcas y niveles de integración, evitando inversiones que luego no se aprovechan y reduciendo el riesgo de depender en exceso de un único proveedor o de la nube para funciones críticas.

La domótica se ha consolidado como una herramienta clave para diseñar hogares más cómodos, seguros, eficientes y preparados para el futuro. Desde termostatos inteligentes con válvulas por radiador hasta sistemas integrales capaces de coordinar iluminación, climatización, seguridad y entretenimiento, la oferta actual es enorme y está en plena evolución hacia estándares más abiertos, mayor presencia de inteligencia artificial y un enfoque fuerte en sostenibilidad. Elegir bien, apoyarse en profesionales cuando haga falta y ser consciente de aspectos como la dependencia de la nube son pasos fundamentales para aprovechar todo su potencial sin sorpresas.

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