LG recula y permitirá quitar el acceso directo a Copilot en televisores con webOS

Última actualización: diciembre 21, 2025
Autor: Isaac
  • LG añadió un acceso directo a Microsoft Copilot en televisores con webOS sin aviso previo ni opción inicial de borrado.
  • La fuerte reacción de usuarios en foros y redes sociales obligó a la marca a rectificar su estrategia.
  • La compañía aclara que Copilot no es una app nativa, sino un enlace que abre la versión web del asistente de Microsoft.
  • LG lanzará una actualización de webOS que permitirá eliminar por completo el icono de Copilot de la pantalla de inicio.

Televisor LG con acceso directo a Copilot en webOS

En cuestión de pocos días, lo que parecía una simple actualización de software en televisores LG con webOS se ha convertido en un ejemplo claro de hasta dónde pueden llegar los fabricantes a la hora de empujar servicios de terceros en dispositivos ya vendidos. El protagonista de esta historia es Microsoft Copilot, el asistente de inteligencia artificial que apareció de forma repentina en la pantalla de inicio de muchos Smart TV de la marca.

La polémica no ha girado tanto en torno a la propia IA, sino a la forma en la que se introdujo Copilot en las televisiones: sin aviso, sin una opción de desinstalación real y con la sensación generalizada de que el usuario perdía control sobre un aparato que ya había comprado. Tras una oleada de quejas, LG se ha visto obligada a mover ficha y promete ahora que permitirá eliminar ese acceso directo mediante una próxima actualización de webOS.

Cómo llegó Copilot a las televisiones LG con webOS

Todo arrancó cuando propietarios de distintos modelos de televisores LG comenzaron a reportar que, tras actualizar el sistema, había aparecido un nuevo icono de Microsoft Copilot en la pantalla principal. No se trataba de una aplicación sugerida ni de un banner temporal: el acceso directo venía preinstalado y fijado en el Home, ocupando espacio junto al resto de apps habituales.

Lo más controvertido fue que no existía una forma directa de eliminar ese icono. Los usuarios podían, como mucho, ocultarlo visualmente, pero el acceso seguía formando parte del entorno de webOS. Para muchos, ese matiz era clave: sentían que su televisor dejaba de ser completamente suyo, al recibir un servicio impuesto vía actualización sin haber dado su consentimiento previo.

Las primeras quejas surgieron en foros especializados y comunidades como Reddit, donde el caso ganó tracción con rapidez. Un hilo en particular acumuló decenas de miles de votos positivos y comentarios de propietarios molestos por ver cómo un asistente de IA se colaba en su salón sin opción aparente de borrado. La percepción general era que ni LG ni Microsoft habían medido el impacto de introducir esta función de forma tan agresiva.

En redes sociales, buena parte de las críticas incidían en que no se trataba solo de Copilot, sino de un problema de control y propiedad: si un fabricante puede añadir atajos y servicios de terceros a posteriori, sin que el usuario pueda eliminarlos, ¿dónde está el límite? La polémica se amplificó además al comprobarse que el icono había llegado a modelos de distintos años, incluyendo televisores relativamente recientes, lo que evidenciaba que no era una prueba aislada.

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En este contexto, la cuestión de la inteligencia artificial se mezcló con preocupaciones sobre privacidad y escucha activa. Diversos usuarios plantearon dudas acerca del posible uso del micrófono integrado del televisor por parte de Copilot, y sobre si el asistente podría estar recopilando datos de forma silenciosa, algo especialmente sensible en Europa por el marco regulatorio de protección de datos.

LG aclara qué es exactamente Copilot en webOS

Ante el revuelo, LG se vio obligada a salir a explicar con detalle cómo estaba integrado Copilot en sus televisores. Portavoces de la compañía, en declaraciones a medios como The Verge y Bloomberg, insistieron en que no se trataba de una aplicación nativa ni de una función del sistema, sino de un simple icono de acceso directo.

Según la versión oficial de la marca, al pulsar sobre el icono no se ejecuta una app propia de webOS, sino que se abre el navegador del televisor cargando la versión web de Microsoft Copilot. Es decir, el asistente de IA funciona como si el usuario accediera a la página de Copilot desde cualquier otro dispositivo, solo que con un atajo más visible en la interfaz principal del Smart TV.

LG recalcó que este acceso directo no modifica ajustes internos del televisor, ni añade capas de integración profunda con el sistema operativo. Copilot no controla parámetros de imagen, sonido o configuración general del equipo, y tampoco se ejecuta en segundo plano como un servicio residente de webOS. En la práctica, actúa como una baldosa que apunta a una dirección web concreta.

En cuanto a las dudas sobre privacidad, la compañía subrayó que el micrófono del televisor no se activa automáticamente al aparecer el icono de Copilot ni al abrir el asistente. Cualquier función de voz, según LG, requiere el consentimiento explícito del usuario, que debe autorizar el uso del micrófono de forma clara antes de que se capture audio.

Con estas aclaraciones, el fabricante ha intentado rebajar el nivel de alarma generado en redes, donde algunos mensajes llegaron a presentar el caso como si se hubiera instalado una suerte de “espía permanente” en el salón. Aunque la explicación técnica matiza esos temores, para muchos usuarios el problema de fondo sigue siendo el mismo: la aparición unilateral de un acceso a un servicio de terceros que ellos no habían solicitado.

La falta de control del usuario, el verdadero detonante de la crisis

Más allá de los matices técnicos, el episodio ha puesto sobre la mesa un debate más amplio sobre la relación entre fabricantes, servicios de IA y propietarios de dispositivos. Muchos analistas coinciden en que la reacción no se debe tanto a la naturaleza de Copilot como herramienta, sino a la forma en que se ha introducido en un producto ya instalado en los hogares.

En los televisores con webOS, los usuarios están acostumbrados a gestionar libremente las apps de la pantalla de inicio: añadir, reordenar o eliminar iconos suele ser cuestión de segundos, por ejemplo manteniendo pulsado el botón central del mando para mostrar la opción de borrado. Sin embargo, en el caso de Copilot, esa papelera no aparecía, lo que convertía al icono en una presencia inamovible.

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Ese detalle encendió todas las alarmas. Incluso quienes veían con buenos ojos la llegada de herramientas de IA a la tele entendían que debería ser una opción y no una obligación. Que un fabricante decida reservar un espacio fijo en la interfaz para un servicio promocionado, y que el propietario no pueda retirarlo, se percibe como un paso más hacia un ecosistema cerrado y lleno de bloatware.

En Europa, además, este tipo de movimientos se analizan con una sensibilidad especial, tanto por el marco normativo centrado en la protección del consumidor como por la supervisión de prácticas potencialmente invasivas. Aunque el caso de Copilot se ha gestado de forma global, en el mercado europeo el debate sobre la autonomía del usuario y la transparencia en actualizaciones de software tiene un peso añadido.

El malestar también se ha extendido al terreno de la confianza: si una actualización de firmware puede introducir un acceso directo sin avisar, muchos se preguntan qué impediría futuras incorporaciones similares. La sensación de que el fabricante puede alterar la experiencia de uso a posteriori ha encendido un debate sobre hasta qué punto un Smart TV sigue siendo “del usuario” una vez conectado a los servidores del proveedor.

LG promete una actualización para eliminar el acceso directo a Copilot

Con el ruido creciendo en foros, redes sociales y medios especializados, LG ha optado por rectificar su estrategia y anunciar cambios concretos. En un comunicado, la compañía ha asegurado que “respeta la elección del consumidor” y que tomará medidas para permitir que los usuarios eliminen el icono de acceso directo a Copilot si así lo desean.

La solución llegará mediante una futura actualización del sistema operativo webOS, que incorporará la posibilidad de borrar por completo este acceso directo desde la pantalla de inicio. Aunque la firma no ha facilitado todavía fechas cerradas ni detalles sobre qué modelos estarán incluidos, el mensaje es claro: Copilot pasará de ser un elemento fijo a convertirse en algo que el usuario puede decidir conservar o no.

Este movimiento pretende apagar la polémica y recuperar cierta confianza tras varios días de críticas. Distintas voces del sector coinciden en que el gesto es relevante porque envía una señal a toda la industria de la electrónica de consumo: integrar servicios de IA sin dar opciones de control al propietario puede acarrear una respuesta muy negativa.

Con la llegada de esa actualización, la experiencia diaria de los usuarios de webOS debería volver a un escenario más familiar, en el que cada uno configura la pantalla principal a su gusto, sin iconos permanentes asociados a acuerdos comerciales o a impulsos por promocionar determinadas plataformas.

Al mismo tiempo, la rectificación de LG se interpreta como un intento de marcar distancia respecto a la percepción de “imposición tecnológica” que empieza a generar rechazo en parte del público, tanto en Europa como en otros mercados. La idea de que la inteligencia artificial debe estar presente “en todas partes” choca frontalmente con quienes prefieren un uso más moderado y, sobre todo, controlable.

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IA en la tele: entre la utilidad real y la saturación

El episodio de Copilot en los televisores LG se produce en un contexto donde las grandes tecnológicas están empujando la IA generativa en prácticamente cualquier dispositivo conectado: móviles, ordenadores, consolas, navegadores e incluso coches. Los Smart TV, pieza central del salón en muchos hogares, no iban a quedarse al margen de esa tendencia.

Incorporar inteligencia artificial en un televisor tiene potenciales ventajas claras: mejores sistemas de recomendación de contenidos, asistentes de voz más útiles, ajustes automáticos de imagen según lo que se está viendo o incluso ayuda accesible para personas mayores o con dificultades visuales. De hecho, en ferias como el CES se ha visto cómo varios fabricantes, incluida LG, presentaban funciones basadas en IA como un eje clave de sus nuevas gamas.

El problema aparece cuando esa integración se percibe como una imposición más que como un valor añadido. La llegada silenciosa de Copilot sin opción de borrado ha servido de catalizador para un debate que llevaba tiempo gestándose: hasta qué punto queremos que cada dispositivo del hogar esté conectado a asistentes y servicios en la nube, y quién decide el nivel de presencia de esas herramientas.

En Europa, donde las normativas sobre privacidad, consentimiento y transparencia en el tratamiento de datos son especialmente estrictas, los casos en los que el usuario siente que no tiene la última palabra suelen generar una reacción rápida. No se trata únicamente de si la IA es útil o no, sino de si se introduce con suficientes garantías y opciones de configuración.

La historia de Copilot en los televisores LG ilustra bien esta tensión: en teoría, un acceso directo a un asistente web puede ser visto como un extra; en la práctica, si llega sin explicación, no se puede quitar y aparece en productos ya instalados en el salón, el resultado es un rechazo frontal. Este tipo de tropiezos pueden servir de aviso para otros fabricantes que planeen movimientos similares.

Al final, buena parte de los usuarios no se oponen a que haya inteligencia artificial en sus dispositivos, siempre que aporte beneficios claros y respete su capacidad de decisión. Lo que genera fricción es sentir que, actualización tras actualización, el aparato se va llenando de elementos que responden más a estrategias comerciales que a necesidades reales del día a día.

Todo lo ocurrido alrededor de Copilot y los televisores LG con webOS deja una idea bastante clara: la IA puede convivir con el usuario siempre que éste mantenga el control. La rectificación de la marca, al anunciar que permitirá borrar el acceso directo, va en la buena dirección, pero también actúa como recordatorio para toda la industria de que la línea entre mejorar un producto y saturarlo es más fina de lo que parece.

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