La memoria RAM se convierte en el nuevo cuello de botella por la fiebre de la IA

Última actualización: noviembre 28, 2025
Autor: Isaac
  • La demanda de inteligencia artificial ha desviado gran parte de la producción de DRAM y DDR5 hacia centros de datos y servidores.
  • Los precios de la RAM DDR4 y DDR5 han subido entre un 158% y más de un 300% en pocos meses, con kits de 64 GB superando el coste de una consola.
  • La escasez de DRAM se extiende a móviles, consolas, tarjetas gráficas y SSD, encareciendo todo el ecosistema de hardware.
  • Los analistas prevén tensiones y precios altos al menos hasta 2026, con un posible alivio a partir de 2027.

Memoria RAM y precios por la inteligencia artificial

En muy poco tiempo, la memoria RAM ha pasado de ser un componente relativamente barato a convertirse casi en un artículo de lujo para quienes quieren montar o actualizar su PC. El salto de precios de los módulos DDR4 y, sobre todo, de la RAM DDR5, está descolocando tanto a aficionados como a profesionales, y deja un mensaje claro: la fiebre por la inteligencia artificial no solo vive en los centros de datos, también se nota en el bolsillo del usuario de a pie.

El detonante principal es el mismo en todas las fuentes: la industria de la IA está acaparando la producción de chips de memoria, lo que reduce la oferta para el mercado de consumo tradicional. Servidores para entrenamiento de modelos, granjas de inferencia y nuevos centros de datos necesitan enormes cantidades de DRAM, HBM y memoria especializada, y los grandes fabricantes están priorizando esos contratos antes que las necesidades de quienes solo quieren ampliar la RAM de su ordenador o montar un PC gaming.

Una subida de precios sin precedentes en DDR4 y DDR5

En el mercado de sobremesa, la escalada de precios de la RAM se ha producido en cuestión de meses. Datos de proveedores como OVH apuntan a que la memoria DDR4 usada en servidores y PCs habría aumentado en torno a un 158 %, mientras que la DDR5, estándar en las plataformas actuales de Intel y AMD, supera el 300 % de incremento desde septiembre. Esta subida no es teórica: se nota de forma directa en las tiendas europeas.

Hace poco tiempo, un kit de 32 GB de DDR5 a 6.000 MT/s con latencias ajustadas podía encontrarse entre 120 y 140 euros en España, aprovechando ofertas puntuales. Ahora, esa misma configuración se mueve entre 370 y 700 euros, dependiendo del modelo y del acabado. El salto es tan brusco que en pleno Black Friday muchos se han encontrado con un panorama totalmente opuesto al que esperaban: en lugar de chollos para actualizar el PC, se han topado con una de las subidas de precios más agresivas de los últimos años.

La situación es aún más llamativa en los kits de 64 GB de DDR5. Para módulos de 2 x 32 GB a 6.000 MT/s, se habla de precios que parten en torno a los 516-600 euros y pueden llegar a superar con holgura los 1.500 euros en configuraciones de gama alta o con diseños especiales. En algunos casos extremos, ciertos kits premium con acabados específicos se sitúan incluso por encima de los 2.000 euros, una cifra que hasta hace nada se asociaba a un PC gaming completo, no a un único componente.

Este mismo fenómeno se observa en el mercado internacional. Un kit G.Skill Trident Z5 Neo RGB de 64 GB a 6.000 MT/s se ha visto listado cerca de los 600 dólares en Estados Unidos, según seguimientos de precios publicados por medios especializados. Hace apenas un par de meses rondaba los 205-220 dólares, por lo que estaríamos hablando de un aumento cercano al 190 % en solo dos meses. En tiendas españolas como Amazon o PCComponentes, se registran cifras similares: la misma familia de productos se mueve en el entorno de los 600-700 euros, mientras que kits de 32 GB de gamas conocidas como Corsair Vengeance superan los 500 euros.

Si lo ponemos en perspectiva, la RAM está jugando ya en la misma liga de precio que las consolas de nueva generación. En Estados Unidos y Europa, el coste de algunos kits de 64 GB DDR5 supera el de una PS5 Slim digital o incluso se acerca al de modelos como PS5 Pro. En España, con una PS5 Slim que se puede encontrar por unos 349-399 euros y una versión con lector en torno a 449 euros, no es difícil encontrar configuraciones de memoria que los igualen o rebasen claramente.

La IA acapara la memoria: de la nube al PC doméstico

La explicación de esta situación pasa por el mismo origen: la inteligencia artificial requiere cantidades masivas de memoria. Los grandes modelos actuales trabajan con miles de millones de parámetros y necesitan almacenar, procesar y mover enormes volúmenes de datos a gran velocidad. Eso implica equipar los servidores con mucha más RAM y con memorias específicas de alto rendimiento como HBM, además de sistemas de almacenamiento de gran capacidad.

Relacionado:  Cómo configurar internet en smart tv nex

Ejemplos sencillos ayudan a entenderlo: un modelo de unos 3.000 millones de parámetros en formato FP16 puede consumir alrededor de 6 GB de memoria usable, mientras que uno de 13.000 millones se va a aproximadamente 26 GB. Si escalamos esa lógica a modelos mucho más grandes y a infraestructuras que trabajan con numerosos modelos en paralelo, el consumo de DRAM se dispara y obliga a las empresas a instalar decenas o cientos de gigabytes de memoria por servidor.

El resultado es que fabricantes como Samsung o SK Hynix han redirigido buena parte de su capacidad de producción hacia memorias destinadas a aceleradores de IA y centros de datos. Productos como HBM o soluciones DRAM de alto ancho de banda ofrecen márgenes muy superiores a los módulos DDR4 y DDR5 para consumo general, por lo que, en un contexto de demanda disparada, la prioridad está clara. Esto deja menos recursos para el mercado doméstico, justo cuando muchos usuarios planeaban renovaciones o nuevos montajes.

A este cambio de foco se suma un efecto de acopio en cadena. Ante la perspectiva de una escasez prolongada, tanto integradores como usuarios avanzados han optado por asegurarse stock antes de que los precios suban todavía más. Ese comportamiento, que en parte es racional, termina generando una presión adicional sobre el mercado y alimenta una escalada de precios sostenida. Lo que comenzó como un desajuste entre oferta y demanda se ha convertido en un círculo vicioso que afecta a todo el ecosistema.

Los grandes hiperescalares de la nube, compañías de internet y empresas que entrenan modelos propios de IA están firmando contratos de suministro a gran escala, con volúmenes que el usuario convencional no puede siquiera imaginar. Esa priorización implica que la producción orientada a módulos DDR5 para PCs de escritorio, portátiles o estaciones de trabajo convencionales se ve recortada o retrasada, lo que termina traduciéndose en menos unidades disponibles y precios al alza en los canales minoristas de Europa y del resto del mundo.

De la RAM al resto de la DRAM: móviles, consolas y tarjetas gráficas

Hablar de RAM cara es quedarse corto. La escasez actual es, en realidad, un problema de DRAM en sentido amplio. Esto incluye no solo la memoria que instalamos en nuestros PCs, sino también variantes como la LPDDR que utilizan móviles y tablets, y la VRAM que montan las tarjetas gráficas de sobremesa y las soluciones gráficas integradas en consolas y portátiles.

Las estimaciones del sector apuntan a que la presión será mayor en aquellos productos que integren más cantidad de memoria. Un ejemplo muy sencillo: una tarjeta gráfica con 8 GB de VRAM notará menos el impacto que un modelo tope de gama con 24 o 32 GB, porque el consumo de chips por unidad es mucho mayor en este último. Lo mismo ocurre con los ordenadores portátiles: un equipo con 64 GB de RAM se verá más afectado que uno con 16 GB, simplemente porque necesita más chips para ofrecer esa capacidad.

En el caso de los dispositivos de consumo masivo, smartphones y consolas tampoco se libran. Los móviles de gama alta, que ya se mueven de manera habitual entre los 12 y los 24 GB de RAM, dependen de memorias LPDDR de última generación, cuya producción compite con la de otros segmentos. Las consolas actuales y las futuras, que comparten componentes con el mundo del PC, podrían enfrentarse a un escenario de costes de fabricación más altos y presiones adicionales a la hora de fijar precios. De hecho, ya se ha especulado con que algunas líneas de producto, como ciertas familias de Xbox Series, podrían verse especialmente expuestas.

Esta situación tiene un doble efecto: por un lado, encarece el precio de los nuevos dispositivos; por otro, condiciona sus especificaciones. Es posible que algunos fabricantes opten por configuraciones de memoria más conservadoras para no disparar los costes de producción, lo que a medio plazo puede tener impacto en la experiencia de uso, especialmente en entornos donde las aplicaciones y los juegos siguen aumentando sus requisitos.

La presión sobre la DRAM también se deja notar en la VRAM para tarjetas gráficas. Aunque de momento no se ha producido una escalada tan brusca como la vista en la RAM de sistema, los expertos advierten de que, si la situación se prolonga, los modelos con más memoria gráfica podrían ver subidas importantes. Esto pondría de nuevo al PC gaming en el centro de un encarecimiento generalizado, justo cuando el mercado de las GPU empezaba a normalizarse tras los años de la criptominería.

Memoria frente a consolas y PCs: el equilibrio se rompe

La comparación con las consolas sirve para visualizar hasta qué punto la memoria se ha convertido en uno de los mayores frenos para el PC. No hace tanto, el mensaje habitual era que resultaba más rentable montar un ordenador propio: se podía ajustar cada componente, aprovechar ofertas y lograr un rendimiento superior a una consola por un coste razonable. Con la RAM disparada, ese relato se tambalea.

Relacionado:  Cómo configurar un telefono inalambrico panasonic

Hoy, en España y en otros mercados europeos, montar un PC de gama media-alta con componentes actuales se acerca o supera con facilidad los 1.500 euros si se incluye una tarjeta gráfica moderna y al menos 32 GB de RAM DDR5. Incluso un equipo más modesto, con una CPU de entrada, una GPU de gama básica y 16 GB de DDR5, se mueve hacia la barrera de los 1.000 euros, especialmente si se suman los precios crecientes de la memoria y de ciertos SSD de alta capacidad.

Mientras tanto, las consolas ofrecen un hardware cerrado pero optimizado, con catálogos de juegos diseñados para sacar partido a una configuración concreta y precios bastante más estables. La diferencia es todavía más evidente en épocas de promociones, donde una PS5 Slim o una Xbox de última generación pueden encontrarse con descuentos, mientras que la RAM, lejos de abaratarse en campañas como el Black Friday, ha seguido subiendo.

También hay impacto en otros productos muy esperados, como el nuevo hardware de fabricantes centrados en el juego en PC. Propuestas que pretenden competir como alternativas “consolizadas” basadas en hardware de ordenador, dependientes de cantidades generosas de RAM DDR5, se enfrentan ahora a unos costes de producción mucho más altos. Si una compañía decide no vender por debajo de coste, es probable que el precio final para el usuario quede claramente por encima del de una consola tradicional, dificultando su adopción masiva.

Este cambio de equilibrio obliga a muchos usuarios a replantearse la estrategia de actualización. Donde antes tenía sentido ampliar RAM, renovar GPU y estirar la vida útil del PC durante varios años, ahora algunos optan directamente por posponer la compra de memoria, aguantar con lo que tienen o apostar por soluciones preconfiguradas que, gracias a contratos de suministro a gran escala, pueden amortiguar parte del golpe durante un tiempo limitado.

El almacenamiento también se tensiona: SSD y NAND al alza

Aunque la RAM es el componente que acapara titulares, la presión de la IA no se detiene ahí. La misma lógica que empuja al alza los precios de la DRAM afecta a la memoria flash NAND, base de los SSD que se utilizan tanto en PCs como en centros de datos. Los grandes proyectos de IA no solo necesitan RAM, también requieren enormes volúmenes de almacenamiento rápido para manejar datasets y resultados.

En el mercado de consumo ya se detectan problemas de disponibilidad en unidades SSD de alta capacidad, especialmente en modelos de 2 y 4 TB de alto rendimiento. Aunque la situación no es tan dramática como en la RAM, la tendencia apunta hacia subidas de precios y periodos de escasez intermitente. En el segmento profesional, se habla de incrementos de coste en servidores que se sitúan entre el 15 % y el 25 %, cifras que pueden trasladarse, tarde o temprano, a servicios en la nube, alojamientos web y herramientas online que dependen de este tipo de infraestructuras.

Otros componentes relacionados con el almacenamiento, como HDD de gran capacidad para centros de datos o determinadas tarjetas de memoria, también empiezan a notar la presión. En algunos casos se mencionan plazos de entrega alargados y dificultades para asegurar stock suficiente a precios razonables, lo que empuja a empresas y administraciones a considerar alternativas más caras o soluciones temporales basadas en tecnologías distintas.

Para el usuario doméstico europeo, este escenario implica que renovar el PC completo, con RAM y SSD de capacidad generosa, será más caro de lo que era hace apenas un año. Incluso quienes no se vean directamente afectados por la subida de la memoria principal podrían encontrar PCs premontados o portátiles más caros de lo esperado, ya que los fabricantes tenderán a repercutir parte de estos costes en el precio final.

En el corto plazo, algunos grandes ensambladores y marcas de portátiles pueden amortiguar parcialmente el impacto gracias a acuerdos a largo plazo y compras en volumen. Sin embargo, si la escasez de DRAM y NAND se prolonga, esa ventaja se irá diluyendo y veremos cómo se generalizan las subidas de precios, no solo en componentes sueltos sino también en equipos completos.

Perspectivas para 2025 y 2026: poca calma a la vista

La gran incógnita ahora es cuánto durará esta etapa de precios inflados y escasez. La industria de la memoria es históricamente cíclica: alterna periodos de exceso de oferta, con precios bajos y márgenes ajustados, con etapas de escasez donde los fabricantes recuperan rentabilidad. Todo apunta a que nos encontramos en la parte alta del ciclo, exacerbada por el empuje de la IA.

Los análisis de mercado coinciden en que las tensiones en la cadena de suministro de DRAM y NAND podrían mantenerse durante buena parte de 2025 y 2026. Aunque algunas previsiones señalan un posible alivio progresivo a partir de la segunda mitad del año que viene, las mismas fuentes advierten de que los grandes fabricantes todavía no han respondido con la rapidez necesaria ampliando su capacidad productiva para el segmento de consumo.

Relacionado:  ¿qué propiedades se pueden configurar al mouse.?

Mientras tanto, Samsung, SK Hynix y otros actores dominantes siguen centrando sus esfuerzos en memorias de mayor valor añadido para aceleradores de IA. La rentabilidad de estos productos es muy superior, por lo que no hay demasiados incentivos para redirigir recursos hacia módulos DDR4 y DDR5 convencionales hasta que el mercado se estabilice o la demanda de IA deje de crecer al ritmo actual. Algunos pronósticos más prudentes sitúan el verdadero equilibrio de oferta y demanda alrededor de 2027, cuando se espera que nuevas fábricas y líneas de producción entren plenamente en funcionamiento.

En paralelo, se contempla un escenario en el que prácticamente toda la tecnología que dependa de DRAM resulte más cara a lo largo de 2026. Desde PCs de sobremesa y portátiles hasta smartphones, tablets, consolas y Smart TVs, cualquier dispositivo que utilice memoria podría sufrir un incremento de precio respecto a generaciones anteriores. El impacto será mayor en los modelos con especificaciones más ambiciosas, que son precisamente los que demandan los usuarios avanzados y los profesionales.

Algunos expertos no descartan que, si la situación se prolonga y la demanda de IA sigue creciendo al ritmo actual, veamos decisiones de diseño más conservadoras en futuras generaciones de hardware. Esto podría traducirse en configuraciones de memoria más contenidas, ciclos de renovación más largos y un mayor esfuerzo por optimizar software y sistemas operativos para sacar más partido a los recursos disponibles, en lugar de apoyarse únicamente en la fuerza bruta del hardware.

Cómo pueden reaccionar los usuarios ante este nuevo escenario

Con este panorama, la estrategia de compra de hardware cambia radicalmente. Lo que antes era una actualización rutinaria de RAM o un simple aumento de capacidad de almacenamiento pasa ahora por valorar si realmente compensa afrontar el coste actual o si es mejor aguantar y estirar la vida útil del equipo. Las recomendaciones que se repiten entre analistas y aficionados van en una dirección similar.

En primer lugar, muchos coinciden en que no es el mejor momento para comprar RAM nueva si no es estrictamente necesaria. Los precios se han multiplicado entre tres y doce veces en determinadas configuraciones, lo que convierte cualquier ampliación en un desembolso considerable. Quienes dispongan de 16 o 32 GB y no se dediquen a tareas extremadamente exigentes pueden optar por esperar a un contexto más favorable.

Para los que no pueden aplazar la compra, el mercado de segunda mano aparece como una posible vía de escape, aunque no está exento de riesgos. La escasez ha llegado también a este segmento, con precios inflados y casos de especulación. Revisar bien el estado de los módulos, comprobar compatibilidades y desconfiar de ofertas demasiado buenas para ser ciertas es más importante que nunca.

En cuanto a otros dispositivos que también dependen de la memoria, hay cierta sensación de urgencia en segmentos como tarjetas gráficas, smartphones, portátiles o consolas. Muchos expertos sugieren que, si una persona tenía pensado adquirir alguno de estos productos a corto plazo, podría ser preferible hacerlo antes de que las subidas de precio se consoliden en toda la gama, especialmente en modelos que todavía no han reflejado completamente el encarecimiento de la DRAM.

Por último, tanto usuarios particulares como pequeñas empresas pueden mitigar parte del impacto mediante una planificación más conservadora: evaluar qué se necesita realmente, priorizar las inversiones más críticas y valorar equipos preconfigurados o portátiles que, al menos de momento, pueden seguir beneficiándose de acuerdos de suministro algo más ventajosos que la compra de componentes por separado. En cualquier caso, la sensación general es que, durante los próximos años, actualizar o montar un PC será un ejercicio de paciencia, números y mucha comparación de precios, más que una simple cuestión de capricho tecnológico.

El panorama que dibujan los datos y las previsiones es claro: la inteligencia artificial ha colocado a la memoria en el centro de una tormenta perfecta, en la que la demanda profesional absorbe casi toda la producción rentable y deja al usuario doméstico lidiando con un mercado caro y tensionado. Mientras la industria ajusta su capacidad y los fabricantes deciden cuánto priorizar al consumo frente a los grandes contratos de IA, quienes viven en España y en el resto de Europa tendrán que acostumbrarse a que la RAM, y buena parte del hardware que la acompaña, se haya convertido en uno de los factores que más encarecen cualquier proyecto tecnológico.

Artículo relacionado:
Cómo configurar memoria ram ddr4 en bios asus