Adiós al pendrive: por qué las memorias USB dejan de tener sentido

Última actualización: noviembre 10, 2025
Autor: Isaac
  • Las memorias USB pierden uso por su baja capacidad, menor velocidad y el adiós al puerto USB‑A.
  • SSD externos, tarjetas SD y la nube asumen el protagonismo en Europa y España.
  • Riesgos: extravío y malware; las empresas priorizan seguridad y cumplimiento normativo.
  • El estándar USB continúa vigente; lo que cae en desuso es el pendrive.

Fin de las memorias USB y nuevas opciones de almacenamiento

Durante años, llevar un pendrive en el llavero fue sinónimo de comodidad, pero el panorama ha cambiado y, hoy, el final de las memorias USB como accesorio imprescindible es una realidad en hogares, oficinas y aulas.

En Europa y España, la adopción de portátiles con USB‑C, la expansión del trabajo en remoto y el uso masivo de servicios online han dejado a los pendrives en un papel secundario, desplazados por opciones más rápidas y seguras.

Por qué el pendrive se queda atrás

La capacidad es el primer cuello de botella: la mayoría de memorias USB se mueven entre 64 y 512 GB, insuficiente para vídeos 4K, bibliotecas RAW o copias de seguridad completas; y aunque existen modelos de 2 TB, su precio los hace poco atractivos frente a un SSD portátil, que ofrece más espacio por mejor coste.

El rendimiento tampoco acompaña: muchos pendrives usan memoria flash básica, por lo que copiar archivos grandes puede tardar varios minutos. En cambio, un SSD con USB‑C o Thunderbolt alcanza velocidades cercanas a 1.000 MB/s, trasladando el mismo contenido en segundos.

La compatibilidad complica aún más el uso: el tradicional USB‑A desaparece de numerosos equipos modernos; si usas dispositivos Samsung, aprende a configurar el almacenamiento en Samsung. Adaptadores y hubs salvan la papeleta, pero añaden fricción y posibles cuellos de botella, restando fiabilidad al conjunto.

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A ello se suman los riesgos físicos y lógicos: un pendrive es fácil de perder, puede fallar por golpes o desgaste y se usa a menudo como vector de malware en entornos corporativos. Para sectores con datos sensibles, la exposición es inasumible.

Alternativas que ya han tomado el relevo

Los SSD externos se han convertido en la opción preferida: son compactos, ofrecen varios terabytes y una relación precio/rendimiento superior, además de un salto notable en velocidad, ideal para proyectos profesionales.

Alternativas a los pendrives como SSD y nube

Las tarjetas SD y microSD siguen siendo clave en fotografía, vídeo con drones o grabadoras: son ligeras, económicas y compatibles con multitud de dispositivos (puedes configurar una SD como almacenamiento interno), lo que las mantiene vigentes en flujos creativos.

La nube es la gran vencedora para compartir y colaborar: servicios como Google Drive, iCloud, OneDrive o Dropbox permiten acceder a los documentos desde cualquier equipo con Internet, con historial de versiones, permisos granulares y enlaces compartidos, reduciendo la dependencia del soporte físico.

Además, la sincronización entre dispositivos y los respaldos automáticos han cambiado hábitos: hoy es más rápido enviar un enlace que transportar un dispositivo, y la edición colaborativa en tiempo real es la norma.

No es el fin del USB, sí del pendrive como centro

Conviene distinguir entre el estándar USB y las memorias USB: el primero seguirá presente (sobre todo en su versión USB‑C) para datos, energía y periféricos; lo que pierde protagonismo es el pendrive como herramienta principal de transporte de archivos, relegado a usos puntuales.

Impacto y hábitos en España y Europa

En empresas europeas, el cumplimiento normativo y la madurez de las políticas de seguridad han acelerado el abandono del pendrive en favor de repositorios centralizados y cifrado extremo a extremo, reduciendo fugas por dispositivos extraviados.

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En el ámbito educativo y de la administración, la transición a plataformas compartidas y equipos con puertos USB‑C ha impulsado el uso de SSD y la nube; los pendrives se mantienen solo para casos muy concretos, como instalaciones aisladas o entornos sin red.

Consejos para una transición ordenada

Si necesitas almacenamiento físico, apuesta por SSD con USB‑C (10 Gb/s o superior) o Thunderbolt y, si manejas datos sensibles, prioriza unidades con cifrado por hardware; así mejoras rendimiento y protección, sin renunciar a la portabilidad.

Para la nube, activa la verificación en dos pasos, usa enlaces con caducidad y define permisos mínimos por usuario; combina esto con copias 3‑2‑1 para equilibrar disponibilidad y seguridad, evitando puntos únicos de fallo.

Cuando no haya conexión, las tarjetas SD/microSD siguen siendo útiles por su tamaño y coste (puedes usar la microSD como almacenamiento por defecto); planifica la ingestión a SSD y a la nube en cuanto dispongas de red, para no dejar datos críticos en soportes frágiles.

El escenario actual deja claro que, aunque las memorias USB no desaparecen de golpe, su papel se ha reducido drásticamente: la combinación de SSD, tarjetas y nube ofrece más capacidad, mejor velocidad y menores riesgos, dejando al pendrive como recurso de último recurso.

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