- Las VPN gratis suelen financiarse con publicidad, venta de datos o convirtiendo tu equipo en proxy, comprometiendo tu privacidad.
- Casos como la botnet 911 S5 o Hola VPN demuestran que lo "gratis" puede implicar malware, DDoS y delitos desde tu IP.
- Para minimizar riesgos, exige no‑logs, protocolos modernos y auditorías; considera alternativas de acceso remoto en la empresa.
- En España crece el uso de VPN por privacidad, pero un 13% aún elige gratuitas; mejor pagar por seguridad real.
Vivimos conectados y, por desgracia, también rodeados de gente con malas intenciones; en Internet, la prudencia es el mejor cortafuegos. Por eso desconfiamos de las Wi‑Fi públicas y, por el mismo motivo, conviene mirar con lupa las VPN gratuitas: parecen la solución perfecta “por la cara”, pero esconden trampas muy serias.
Se suele decir que nadie regala nada por amor al arte y, en el mundo digital, si no pagas dinero, pagas con tus datos. Mantener una red global de servidores, cifras y soporte cuesta mucho; si un servicio VPN no te cobra, alguien financia la fiesta. A veces será publicidad; otras, el negocio estará en recolectar y comercializar información sobre lo que haces. Y ojo: el peligro no es solo que moneticen datos “anonimizados”, sino que puedan no estar tan anonimizados o, directamente, acabar comprometidos.
Cómo funciona de verdad una VPN
Una red privada virtual crea un túnel cifrado entre tu dispositivo y un servidor remoto; desde ahí “sales” a Internet con otra IP y ubicación aparente, ocultando la original. Esto aporta privacidad frente a redes poco fiables (cafeterías, aeropuertos) y permite sortear bloqueos geográficos.
Ahora bien, todo tu tráfico pasa por ese “embudo” que es el proveedor VPN. Eso implica que la plataforma tiene visibilidad técnica de lo que encaminas por su red (metadatos, dominios a los que conectas, volumen, horarios) y que, además, puede ralentizarse la conexión por saturación o limitaciones de infraestructura.
En términos sencillos: cuando activas una VPN, todo viaja primero al servidor VPN y de ahí al destino final. Por eso, el eslabón crítico es el propio proveedor. Si es fiable, ganas seguridad; si no lo es, se convierte en tu mayor riesgo.
Por qué lo gratis sale caro en las VPN
Operar servidores, desarrollar apps, parchear vulnerabilidades y ofrecer soporte cuesta dinero. Cuando un servicio es gratuito, la financiación suele venir de una o varias de estas vías, todas con efectos colaterales:
- Publicidad y rastreo: inyectan anuncios en la navegación o integran SDK de terceros que siguen tu actividad para perfilarte.
- Venta de datos: métricas de uso, IP de origen, dispositivo y dominios pueden acabar en manos de brokers de datos o anunciantes.
- Infraestructura barata o insegura: algoritmos de cifrado obsoletos y servidores mal mantenidos que abren brechas.
- Conversión en proxy de otros: algunos convierten tu equipo en nodo de salida para terceros, poniendo tu IP en riesgo.
También puede suceder que tu IP termine en listas negras sin que te enteres, perjudicando tu reputación en la red. Y si terceros usan tu conexión para actividades ilícitas, los problemas pueden llamar a tu puerta.
Riesgos frecuentes que se pasan por alto
Las VPN gratuitas no solo tienen un modelo de negocio problemático; con demasiada frecuencia incluyen prácticas agresivas o directamente maliciosas. En análisis independientes se han hallado apps VPN en Android con adware y malware, capaces de robar datos o abrir puertas traseras.
Además, muchas gratuitas integran bibliotecas de monetización que convierten tu dispositivo en proxy de pago. Se han visto campañas con librerías como ProxyLib y SDKs tipo LumiApps que mostraban páginas ocultas o redirigían tráfico de terceros a través de los móviles de los usuarios.
En marzo de 2024 se detectó en Google Play una operación de este estilo que afectó a varias docenas de apps; la mayoría eran VPN gratuitas que, entre otras, incluían nombres como Lite VPN, Byte Blade VPN, BlazeStride, FastFly VPN, FastFox VPN, FastLine VPN, Oko VPN, Quick Flow VPN, Sample VPN, Secure Thunder, ShineSecure VPN, SpeedSurf, SwiftShield VPN, TurboTrack VPN, TurboTunnel VPN, YellowFlash VPN, VPN Ultra y Run VPN. Tras el informe se retiraron de la tienda, pero versiones clonadas siguieron circulando por catálogos alternativos como APKPure.
A esto hay que sumar cifrado débil o desactualizado, lo que neutraliza justo el principal motivo por el que instalas una VPN. Si los protocolos son inseguros, tu tráfico es mucho más fácil de interceptar o manipular.
El rendimiento también suele resentirse: una VPN gratuita acostumbra a limitar ancho de banda, velocidad y ubicaciones. Para streaming, juegos o videollamadas exigentes, es una lotería. Y lo más peligroso: dan una falsa sensación de seguridad que empuja a iniciar sesión o pagar online donde no tocaría, creyendo que “con la VPN todo vale”.
Importante no confundir navegación privada del navegador con VPN: el modo incógnito impide que se guarden cookies e historial en tu dispositivo, pero no oculta tu tráfico del proveedor de Internet, de la red local o de los sitios que visitas. Son herramientas que resuelven problemas distintos.
Casos reales que ponen los pelos de punta
En mayo de 2024, el FBI y otras agencias desmantelaron la botnet 911 S5, posiblemente la más grande jamás vista, con 19 millones de IP en 190 países. ¿La pieza clave? Varias VPN gratuitas utilizadas para transformar los dispositivos de los usuarios en proxies para delincuentes.
En concreto, se citaron nombres como MaskVPN, DewVPN, PaladinVPN, ProxyGate, ShieldVPN y Hola VPN. Quien instalaba esas apps convertía su equipo en un servidor por el que pasaba el tráfico de terceros, que los operadores revendían a cibercriminales para fraudes, blanqueo, ciberataques y estafas masivas. El “negocio” habría generado unos 99 millones de dólares, con pérdidas confirmadas de las víctimas de varios miles de millones. Incluso llegó a resurgir en 2022 bajo el alias CloudRouter antes de su caída definitiva, y el sitio de PaladinVPN fue incautado.
No es un hecho aislado. Ya en el ecosistema de extensiones de navegador vivimos el sonado caso de Hola VPN: su facilidad de uso la hizo muy popular, pero su letra pequeña permitía ceder ancho de banda a Luminati. Aquello terminó con usuarios convertidos sin saberlo en parte de una botnet que participó en un ataque de denegación de servicio contra 8chan. Un desastre reputacional y un recordatorio de que “lo gratis” puede salir carísimo.
Y hay más ejemplos: se han documentado hasta 28 aplicaciones VPN para Android que, además de vender tus datos, vendían tu conexión, de forma que terceros podían delinquir “desde tu IP”. Si te suena a lío monumental si la policía llama a tu puerta, es que lo has pillado.
Limitaciones y costes ocultos más allá de la privacidad
Las VPN sin pago directo suelen venir con frenos: límites de datos diarios o mensuales, capados de velocidad, colas de conexión y selección de servidores restringida. Incluso los proveedores serios que ofrecen un modo gratuito como gancho priorizan los recursos para clientes de pago, y se nota.
También aparece la publicidad invasiva, a veces repleta de rastreadores. En pruebas de universidades y laboratorios se ha detectado que un altísimo porcentaje de VPN gratuitas incluyen trackers de terceros integrados, con políticas de privacidad poco claras que habilitan la recolección de datos para perfiles comerciales.
No faltan las promociones para tentar al usuario, como pruebas exprés tipo “3 días por 1 $” o descuentos agresivos en planes anuales. No es que el marketing sea malo per se, pero conviene analizar qué hay detrás y, sobre todo, qué política de registros (no‑logs) se aplica y con qué auditorías se respalda.
Entornos corporativos: cuando una VPN bien usada también entraña riesgos
En la empresa, la VPN clásica ha sido la puerta al trabajo remoto, pero tiene problemas estructurales. Primero, es un sistema de todo o nada: si das acceso a la red, normalmente estás dando acceso a mucha más superficie de la necesaria.
Segundo, las credenciales son oro. Si un atacante roba o pesca (phishing) un usuario y contraseña de la VPN, puede meterse en la red interna y moverse lateralmente. De hecho, las vulnerabilidades de servidores VPN perimetrales son objetivo habitual de los delincuentes.
Tercero, el control del dispositivo es crítico: una VPN permite entrar desde equipos personales o poco gestionados; si ese endpoint está comprometido, el riesgo viaja con él. Y cuarto, el mantenimiento: parchear, configurar y dar soporte a cientos de clientes VPN sin buenas herramientas administrativas puede ser un dolor.
Por todo ello, muchas organizaciones adoptan marcos de Zero Trust: no se confía por defecto en nada, se segmenta el acceso y se exige verificación continua (MFA, postura del dispositivo, identidad robusta). Aun así, Zero Trust no “arregla” por sí mismo los límites de la VPN tradicional; los tapona con más controles, pero la superficie de riesgo sigue.
Como alternativa, se recurre a soluciones de acceso remoto que no exponen la red completa, sino que conectan a la estación de trabajo o al recurso concreto (por ejemplo, configurar tu PC como servidor VPN), con auditoría, control granular de quién accede a qué y cuándo, e incluso asistencia remota para TI. Plataformas empresariales como Splashtop Enterprise ejemplifican ese enfoque, ofreciendo más control y menos superficie expuesta que una VPN generalista.
¿Hay alguna gratuita que merezca la pena?
Si la necesitas ya para una urgencia y no quieres pagar, es preferible usar el modo gratuito de un proveedor serio con límites claros a apostar por una desconocida. Por ejemplo, Kaspersky ofrece un modo gratuito con 300 MB al día y sin elección de servidor; cumple con lo básico del cifrado y sirve para salir del paso, aunque la organización recomienda sus planes de pago (también integrados en sus suites Plus y Premium) y hasta ofrece prueba de 30 días para evaluar la experiencia completa.
Otros, como Mozilla, defienden un modelo sin anuncios y cifrado a nivel de dispositivo desde precios en torno a 4,99 $, respaldados por su trayectoria en privacidad. En cualquier caso, si vas a usar de forma habitual una VPN, compensa pagar por una con garantías y auditorías independientes.
Checklist esencial para elegir una VPN fiable
Antes de suscribirte, conviene pasar esta lista de verificación para no llevarte sorpresas. Más vale invertir cinco minutos ahora que meses lidiando con problemas de privacidad, rendimiento y soporte:
- Política no‑logs real y comprobable: que no registre tu actividad. Mejor si hay auditorías externas que lo confirmen.
- Protocolos modernos: OpenVPN, IKEv2/IPsec o WireGuard, configurados con cifrado robusto y actualizado con parches.
- Cobertura y compatibilidad: apps fiables en Windows, macOS (configurar una red VPN en Mac), Android, iOS y extensiones; servidores en países relevantes para ti.
- Rendimiento estable: velocidad consistente sin límites de datos; si usas P2P o streaming, revisa si hay servidores optimizados.
- Transparencia y soporte: condiciones claras, empresa identificable y un equipo de soporte que responda cuando lo necesitas.
Como referencia adicional, puedes consultar el catálogo de herramientas de seguridad de INCIBE, útil para iniciarte y comparar opciones con criterio.
Cómo usan las VPN los usuarios en España
Los datos más recientes pintan una foto interesante. Una encuesta de NordVPN muestra que un 69 % de usuarios españoles cita la privacidad y seguridad como motivo principal para usar una VPN. Un 37 % alude a proteger la privacidad de datos y actividades, y un 32 % se centra en blindar sus dispositivos y cuentas.
Además, el 71 % declara saber qué es una VPN y el 32 % ya la usa a diario. Un 3 % de quienes aún no la usan planea empezar durante el próximo año, señal de que la sensibilización crece. Pese a ello, aproximadamente el 13 % sigue optando por servicios gratuitos, un porcentaje estancado y preocupante por los riesgos que entraña.
Como advertía el CTO de la compañía, la paradoja es clara: mucha gente se instala una VPN gratis “para protegerse” y con ello se expone a más vigilancia o abuso de datos. No hay servicio verdaderamente gratuito: o se paga con dinero o se paga con información personal.
Dudas habituales que conviene despejar
¿Una VPN de pago es siempre segura? Depende. Hay proveedores excelentes y otros con sombras. La buena práctica es leer la letra pequeña, verificar auditorías y jurisdicción, y no fiarlo todo a la publicidad. Incluso con servicios serios, conviene usar hábitos básicos: MFA en tus cuentas, actualizaciones al día y sentido común.
¿Una VPN corporativa es suficiente para el teletrabajo? Ayuda, pero por sí sola no basta. Combínala con Zero Trust, segmentación, controles de dispositivo y monitorización. O valora mecanismos de acceso remoto con control más fino para reducir la exposición.
¿La navegación privada del navegador sustituye a la VPN? No. Solo evita que tu equipo guarde historial y cookies, pero no oculta tu dirección IP al ISP ni impide que terceros vean tu tráfico en una Wi‑Fi pública. Son capas complementarias, no intercambiables.
Dónde pedir ayuda y recursos públicos
Si te pierdes o sospechas que has usado una VPN poco fiable, en España puedes contactar con la Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE: teléfono 017, WhatsApp 900 116 117 y Telegram @INCIBE017. Te orientarán gratis y en lenguaje claro. Además, sus contenidos formativos se enmarcan en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por la Unión Europea – Next Generation.
En tiempos en los que cada clic deja huella, más vale curarse en salud que lamentarse después. Las VPN gratuitas pueden parecer un chollo, pero acumulan riesgos: desde la venta de datos y el malware hasta botnets que usan tu IP para delinquir, pasando por límites de velocidad, cifrados flojos y problemas serios en entornos corporativos. Si vas a usar una VPN de forma continuada, elige un proveedor con garantías o valora alternativas de acceso remoto bien gobernadas; y si te urge una gratis, que sea la versión limitada de un actor confiable con condiciones transparentes.